Con una tertulia en la que ella ha sido la anfitriona ha terminado el homenaje que Casa Leopoldo ha rendido este miércoles a su icónica dueña, Rosa Gil. Es decir, de la mejor manera posible, emulando esas conversaciones sin fin que mantenían escritores, artistas y gente del toreo en este mítico restaurante del Raval barcelonés, donde nunca faltaba el rabo de toro y la maestría de la antigua propietaria, amiga de los clientes que llenaron este rincón de la ciudad de apasionantes historias de una época. Además de la anfitriona, no se han perdido el evento Eduardo Mendoza, Daniel Vázquez Sallés (hijo de Manuel Vázquez Montalbán), Carme Ruscalleda, Joan Gaspar, Pedro Balañá, Carles Vilarrubí, Salvador Boix o el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, entre otros.
Justo hace un año, el grupo Banco de Boquerones reabrió Casa Leopoldo con la idea de recuperar el espíritu de sus mejores años en el Raval, dónde abrió en 1929. Pulieron los azulejos, recuperaron los carteles de toros y llenaron los rincones de fotos de sus ilustres asiduos, como los mencionados Montalbán y Mendoza, pero también Terenci Moix, Maruja Torres, Juan Marsé o Joan de Sagarra, además de rescatar algunas recetas de la época, como las albóndigas con sepia, para darle de nuevo el aire que había perdido.
Pasado este tiempo, el nuevo dueño, Bruno Balbás, ha querido reivindicar a la que fue su histórica propietaria con una comida que ha llenado todas las salas hasta la bandera. Con 76 años cumplidos, la homenajeada ha podido disfrutar de un reencuentro muy emotivo. Se ha arrancado a cantar y ha recordado muchas anécdotas, entre ellas la visita de Juliette Binoche con su pareja de entonces, Olivier Martinez; las peleas de Lola Flores y Manolo Caracol o las comilonas que se dieron tantos toreros, desde Carlos Arruza a José Tomás. Las fiestas más largas, las de Montalbán y sus amigos, ha recordado divertida.
Rosa Gil lleva unos años viviendo en una residencia y recibir este homenaje ha sido una sorpresa y un regalo. “He viajado en el tiempo y me han venido muy buenos recuerdos”, ha reconocido ante todos los amigos que le han acompañado, donde además de rostros conocidos de la cultura y el periodismo también estaban sus amigas más cercanas y su hija, Carla. Sobre su hospitalidad no ha dudado: “Todo lo aprendí de mi padre. Por algo le llamaban ‘el exquisito’, era un hombre muy elegante”, ha destacado sobre Germán, hijo del fundador de esta casa, el abuelo Leopoldo, que llegó a Barcelona a principios del siglo XX y vivió en las chabolas de Montjuïc hasta que recaló en el Raval.
La antigua propietaria tiene su historia vital muy fresca en la memoria, aunque los últimos años no los recuerda tanto. El primer bar que abrieron sus abuelos estaba en la calle Aurora del mismo Raval, ha contado. En esa época era una zona muy animada por las noches, donde la gente acudía a los bares después de ver espectáculos en el Liceo o en los teatros del Paral·lel. Rosa Gil recuerda que muchos locales estaban abiertos toda la noche para recibir a la bohemia nocturna, como los bares Pastis, Marsella o el London Bar. Ella ya nació en Casa Leopoldo y lo llevó hasta 2015.
Cuando se jubiló lo traspasó a Òscar Manresa y Romain Fornell, que no acertaron con su propuesta que mantenía el nombre, pero elevaba la cocina. Luego se convirtió en un restaurante de comida china que tampoco sobrevivió. Después de estos devenires llegó el grupo Banco de Boquerones y se propuso recuperar el espíritu original de la casa. Para recobrar un poco su esencia también han querido reunir por un día a sus más fieles clientes.
Eduardo Mendoza era uno de ellos y no ha fallado hoy. “Barcelona necesita locales emblemáticos como este, donde hay calidad y tradición, y espero que continúe siéndolo”. Aunque asegura que no es nada nostálgico, sí ha recordado cómo pasaba el tiempo entre estas paredes. “Aquí charlábamos, discutíamos, nos peleábamos, comíamos mucho, bebíamos más, fumábamos puros, imagínate lo que era”, ha dicho el escritor, que también ha remarcado que “Rosa Gil era una anfitriona fantástica y con los años una amiga, que se sentaba en la mesa y participaba de las reuniones”.
Quien también había acudido varias veces a Casa Leopoldo es Carme Ruscalleda. “Me lo descubrieron unos amigos que eran muy asiduos a los toros”, ha recordado mientras añadía que incluso estuvo en fechas claves para el mundo del toreo, que está muy ligado a esta casa porque la misma Rosa Gil se casó con un torero, José Falcón, que la dejó viuda muy pronto por una cornada. “Incluso tuve la suerte de hacer la liturgia, cuando se despidió José Tomás y se cerró la Monumental, de venir a comer al Leopoldo”, ha contado. También ha alabado al alma de esta casa. “Rosa Gil tienen muchos fanes por su generosidad y amabilidad”. Todo lo que dio a su fiel clientela le ha retornado hoy con una velada para el recuerdo.
En la puerta se saludaban una pareja inglesa y tres norteamericanas, cinco personas con pulsera del Primavera Sound. Otra cosa las unía y facilitó su conversación, se habían comprado en el festival la camiseta de la instalación Unsilence Gaza. Estaban a punto de presenciar al último concierto que el trío norirlandés de rap Kneecap ofrecía antes de que uno de sus miembros, Liam Óg Ó hAnnaidh (Mo Chara en el mundo del arte) comparezca en un juicio acusado por la policía londinense de ofensa terrorista por haber lucido una bandera de Hezbollah en un concierto en la capital inglesa. Antes habían impulsado un boicot al festival South by Southwest de Austin por sus implicaciones, aceptadas por el mismo evento, con la industria armamentística norteamericana que suministra armas a Israel. Sólo faltó una película, financiada por Michael Fassbender, dirigida por Rich Peppiatt y con varios premios en festivales para que el trío alcanzase notoriedad, luego de haber manifestado en Coachella su solidaridad con Palestina. El Primavera los unió a su cartel este domingo y ahí estaban, cerrando el festival dentro de la sección Primavera A La Ciutat.
La sala se llenó, y aún hubiesen llenado salas más grandes. Entre otras cosas porque Kneecap no son unos plúmbeos defensores de ideas políticas, la cultura irlandesa, su idioma y la defensa de los pueblos bombardeados y las minorías nacionales oprimidas, sino que además son chavales como cualquier otro y les gusta divertirse, hacer bromas, beber cerveza, ligar y cuando quieren, estimularse, tal y como cuentan en su película. De hecho iniciaron el concierto con el mismo tema que abre su último disco, 3CAG, palabra en argot para definir el MDMA. Esa falta de seriedad política, la construcción de un nuevo lenguaje, la ausencia de esa actitud que sesudamente indica a la audiencia la importancia de lo que el artista está diciendo y su humor desacomplejado y autoparódico conecta directamente con un público que como ellos no casa con la gravedad de sus mayores. De otra manera, llamarse Kneecap (rótula, pero también argot para señalar la forma de castigo del IRA contra traficantes e infiltrados, un tiro en la rótula) generaría ceños muy fruncidos. Es más, durante el concierto, Kneecap, deslenguados bromistas, preguntaron si nevaba en Barcelona, otra mención, en este caso nasal. Drogas y conciencia política han sido por lo general antitéticas, tanto en España como en Irlanda del Norte.
Pero Kneecap no sólo son unos chavales políticamente activos, son también una excelente banda. Su público no es idiota, hoy en día no basta un discurso para vender discos y llenar salas, haciendo falta que ese posicionamiento sea sostenido por una música que lo amplifique. Y eso demostró el trío en escena, una vitalidad, una fuerza y un empuje rítmico a tenor de la velocidad de sus recitados, mezclando gaélico irlandés con inglés hasta crear un imparable aluvión de palabras. Los ritmos, que disparados por un profesor que empezó a usar pasamontañas para no ser reconocido, van desde los acentos electrónicos de rave hasta al hip-hop tradicional, todo ello con unas formas y empuje punk, fueron en Apolo los responsables de que la sala se estremeciese y el público se desgañitase hasta la afonía cantando sus letras. También los independentistas catalanes allí presentes, que celebraron con estrépito el saludo en catalán de Kneecap al iniciar el concierto y más tarde gritaron “independència”. Kneecap, que no saben catalán, no se sumaron al grito, preguntaron más tarde cómo se decía gracias en el idioma de Espriu, alguien les dijo que “merci”, ellos dijeron, “vaya, como en francés” y si nadie lo corrige se irán de Barcelona creyéndolo. Alborozo total y calor humano. Incomprensible como los que entre el público llevaban pasamontañas no acabaron con el cerebro licuado.
Las banderas palestinas no faltaron, así como la explícita acusación a Israel por el genocidio que está perpetrando en Gaza, mientras temas como I bhFiacha Linne, Better Way To Live, Your Snnifer Dogs Are Shite –tus perros rastreadores son una mierda-, Guilty Conscience o Hood, eran las palmetas que sacudían al público, alfombra que dejaba ir el polvo en forma de baile y gritos de entrega. Entre ellos, Maggie is in the box (Margaret Tatcher está en el ataúd) fue el más coreado junto a “Free Palestina”, así como el estribillo de Get Your Brits Out reclamando la salida de los ingleses de Irlanda del Norte. Reivindicación, fiesta, política, drogas, protesta, resistencia cultural, conflicto lingüístico, humor y parodia. Y en el fondo una advertencia que expresan en su película: “A veces el cambio llega como un ruido de fondo, como una roca empujada por un acantilado que no se puede controlar. Pero al caer va a chocar contra algo y te puedo asegurar que lo destrozará”.
En pocos días, Elisenda Alamany (Barcelona, 42 años) cumplirá seis meses como número dos de Esquerra Republicana. Una labor que alterna con ser la jefa de filas del grupo municipal en la capital catalana, donde pone el control al turismo en el foco. En Barcelona y la Generalitat la receta es la misma: una oposición exigente pero que tiene la mano a nuevos acuerdos si se cumplen los que están en la mesa, como el traspaso de Rodalies o la financiación singular.
Pregunta. ¿Cómo ha sido la experiencia de llevar el doble sombrero de partido y ayuntamiento?
Respuesta. Todo responde a la estrategia de acercarnos a los problemas de la gente desde la política de proximidad y tiene mucho valor que la secretaria general sea también regidora de la capital del país.
R. Se encuentra con que hablamos mucho más claro y que somos mucho menos permeables las críticas que otros partidos respecto a lo que conseguimos.
P. ¿Qué malestares ha detectado entre las bases?
R. El país está más débil que hace diez años, con infraestructuras obsoletas, el catalán en un momento de retroceso, un modelo económico de poco valor añadido, dificultades para acceder a una vivienda…
R. Hemos de situar la batalla en Barcelona en preservar su identidad. Y esto quiere decir políticas de barrio, comercio de proximidad, la vitalidad del catalán, el acceso a la vivienda. En el tipo de trabajo que hoy ofrece la capital del país y los sueldos que no nos permiten vivir en nuestra ciudad.
R. Somos diferentes de los Gobiernos que han pasado por la ciudad. Somos diferentes con el hecho de los Comunes que, han querido cerrar la ciudad en muchos momentos. Y somos diferentes con el Partido Socialista, que en muchos momentos han querido simplemente ser una capital más en una comunidad autónoma.
P. ¿Se abre a negociar los Presupuestos de Barcelona para el 2026?
R. Es demasiado pronto por hablar de esto. No hay ni proyecto de cuentas sobre la mesa.
P. ¿Y le gustaría ser la alcaldable?
R. A mí me parece bueno que los políticos estén en los lugares durante mucho de tiempo para consolidar proyectos. Yo hace seis años que estoy en Barcelona: quiero a mi ciudad y tengo una responsabilidad porque porque me preocupa lo que veo.
P. Por tanto, ¿le gustaría?
R. Soy presidenta del grupo municipal y estoy encantada de continuar liderando el proyecto.
R. Se hicieron unos debates muy parecidos a los de ahora, pero después entramos en una lógica de Congreso Nacional que nos impedía hablar de Barcelona en primer término. En lo que sí que coincidimos con la Federación es que hay que hablar más de la ciudad y menos de nosotros.
P. Llama la atención que la actual ejecutiva de la Federación no opte por incorporar miembros de la candidatura perdedora…
R. A mí me toca respetar la decisión de la actual federación.
P. Hablemos de la tasa turística. ¿Tiene sentido tratar igual a Barcelona que, por ejemplo, a L’Hospitalet?
R. No se puede tratar la capital del país del mismo modo que se trata el país. Barcelona es una ciudad en constante temporada alta y las políticas más efectivas hoy son las del retorno. A partir de aquí podemos ver los encajes que habrá en las próximas negociaciones sobre la tasa turística en el Parlament.
P. ¿No ve entonces una necesidad de abordar el problema de la tasa a nivel metropolitano?
R. Barcelona es una ciudad global donde los barceloneses competimos con gente con un poder adquisitivo más elevado de todo el mundo. Y, por lo tanto, lo que es clave es limitar la demanda. Hay que limitar la compra de segundas residencias.
P. ¿Cómo?
R. Lo que se pide es que las personas que no han residido en Cataluña al menos durante cinco años no puedan comprar una vivienda.
P. Hay un cambio de discurso de su partido sobre el cumplimiento de los acuerdos por parte del Gobierno de Illa. ¿Eso abre la puerta a negociar los Presupuestos?
R. Si avanzamos en Cercanías, continuaremos hablando. Si avanzamos en financiación singular, continuaremos hablando. Y si no avanzamos, se le complicará mucho la legislatura a Salvador Illa.
P. ¿Es Elisenda Alamany una posible presidenciable si el calendario de la amnistía no se lo permite a Oriol Junqueras?
R. Estoy convencida, con mi escepticismo sano, que, igual que tiene una ensambladura constitucional la ley de amnistía, espero que haya una ensambladura democrática también de los jueces. Y, por lo tanto, Junqueras se podrá presentar.
Blackstone, Spain’s largest institutional landlord, is backing away from one of the country’s most high-profile property markets. According to press reports the American investment behemoth has begun offloading residential assets in Barcelona, citing increasing legal uncertainty, stricter rental regulations and shrinking profitability.
A strategic retreat from an increasingly hostile environment
Over the past months, several real estate entities tied to Blackstone—including Testa and Fidere—have notified tenants with expiring leases that their contracts won’t be renewed. Instead, the units will be placed on the market. According to sector sources, this move is part of a broader exit strategy aimed at reducing Blackstone’s exposure to a city that has become, in their view, less hospitable to institutional capital.
The backdrop? A tightening of tenant protections and enforcement of price caps. Under Catalonia’s rental regulation law, landlords must offer social housing contracts to certain tenant profiles and new lease prices are strictly bound by an indexed rental reference system in stressed areas—Barcelona being front and centre of that designation.
“Between the red tape and the rising operating costs, investment in Barcelona has lost its shine,” noted one insider close to the transaction activity.
From landlord to seller: Assets and land hit the market
Not only is Blackstone parcelling out parts of its residential stock, but it’s also cutting loose land assets. Through its asset management arm, Aliseda, the fund has launched the sale of over 500 residential plots across Catalonia—suitable for more than 13,000 homes. These parcels are now being offered to private developers and, possibly, to the regional government itself, which has shown a keen interest in bolstering public housing supply.
If completed, this would mark one of the region’s largest land divestments in recent years and could present rare opportunities for local or domestic developers seeking scale in a land-starved market.
Why is Barcelona losing favour with investors?
Catalonia, and Barcelona in particular, have served as policy laboratories for pro-tenant reforms, including rental freezes, eviction moratoriums, and rising taxes on vacant homes. While praised by housing rights groups, these rules have triggered red flags among institutional players, who are recalculating risk-return ratios in a climate that no longer favours predictable, long-term income.
The impact is clear: investor appetite has cooled. Market players now see more stable ground in cities like Madrid or Málaga, where regulatory regimes are perceived as more balanced, and tenant demand remains strong.
Could this signal a broader shift in investor strategy?
Blackstone’s partial pullback doesn’t yet amount to a full exodus. But it’s a striking indicator that even the biggest fish in Spain’s property pond are reconsidering their positions when the rulebook changes mid-game.
The irony is that Barcelona, with its strong underlying demand and low vacancy rate, should be a textbook case for residential investment. Yet, with an ever-tightening grip from the administration, an asset that once guaranteed double-digit returns is now looking, in the eyes of many investors, like a regulatory minefield.
With rent controls already affecting profitability and legal processes becoming more burdensome, this retreat may just be the opening chapter in a wider story of capital reallocation—one that could leave Barcelona with fewer landlords, fewer homes for rent, and even higher pressure on tenants.
As Blackstone reshuffles its Spanish portfolio, the message from Barcelona is clear: legal certainty and fiscal clarity are not optional for attracting big money—they’re the price of entry.