El Festival Sónar ha anunciado este lunes que se desvincula de “cualquier acción” de KKR, el fondo de inversión con intereses en Palestina al que pertenece. En un comunicado que ha publicado en su cuenta de Instagram, el festival anunciaba a media tarde que no tenía “injerencia” ni “control alguno” sobre las inversiones o decisiones del fondo y, tras la presión recibida en los últimos días, ha querido mostrar de forma explícita su “solidaridad con la población civil palestina atrapada en la catástrofe humanitaria que se vive en Gaza”.
El anuncio llegaba tras unos días en los que se ha intensificado la presión social contra el fondo de inversión KKR y su relación con otros festivales que también controla el grupo, como el Viña Rock, el Arenal Sound o el FIB. La gestora estadounidense de fondos, fundada en 1976, ha sido muy activa en sectores como el alimentario o el energético y el sector textil. El fondo Kohlberg Kravis Roberts, que posee Superstruct Entertainment desde el verano pasado -el grupo que adquirió Sónar en 2018-, invierte en firmas israelíes de ciberseguridad y posee la propiedad mayoritaria del conglomerado mediático que ofrece viviendas en territorios palestinos.
La semana pasada, 70 DJ’s y músicos de la escena internacional y nacional —entre ellos Kode9, Lolo& Sosaku o Sunny Graves— instaron a la organización del Sónar a cumplir con los cuatro principios del Movimiento BDS de boicot, desinversiones y sanciones contra Israel. El sábado, el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, afirmó que el fondo KKR “no es bienvenido” en España y admitió que le preocupaba su “penetración” en festivales de música españoles por su vinculación con la expansión de los “asentamientos ilegales” en Palestina. Y este mismo lunes, era el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el que ha pedido la exclusión de Israel de eventos culturales internacionales, como Eurovisión.
El comunicado del festival Sónar se ha hecho público el mismo día que uno de los directores del festival, Enric Palau, se ha reunido con algunos de los artistas que colaboran con el movimiento BDS. Según fuentes que colaboran con BDS, el texto del festival se ha publicado antes incluso de que finalizara el encuentro. Desde el movimiento BDS se considera “insuficiente” el anuncio del festival, ya que solo cumple uno de los cuatro requisitos que exigían, el de “distanciarse de las inversiones cómplices de KKR”. Los otros tres son, por este orden, “adoptar una programación ética con las marcas asociadas”, “respetar las pautas de BDS” e “interactuar con los artistas en todo lo anterior”.
“PACBI (Campaña Palestina por el Boicot Académico y Cultural a Israel) agradece a Sonar que se distancie públicamente de las inversiones cómplices de KKR como un primer paso necesario para abordar su complicidad involuntaria, pero Sónar ha fallado al no mencionar su propia complicidad con otros asociados con prioridad en BDS como como Coca Cola o McDonald’s McFlurry”, ha anunciado BDS desde sus historias en su cuenta de Instagram.
La ciudad peruana de Arequipa, Patrimonio Cultural de la Humanidad de la Unesco, se prepara para acoger del 14 al 17 de octubre el décimo Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), la gran cita trianual de una lengua que hablan 600 millones de personas en el mundo y que reunirá a 260 conferenciantes, entre lingüistas, académicos, escritores, periodistas, historiadores, editores, científicos… Este evento será inaugurado oficialmente por el rey Felipe VI el 15 de octubre, fecha en la que también se homenajeará al escritor hispanoperuano Mario Vargas Llosa, fallecido el 13 de abril en Lima. Como ha recordado este martes en la presentación del CILE en Madrid el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, “Vargas Llosa fue el primero que planteó que se celebrara un congreso de la lengua española en su ciudad natal”.
El director de la Real Academia Española (RAE), Santiago Muñoz Machado, ha recordado que “el Gobierno de Perú es el organizador principal del evento”, por lo que se contará también con la presencia de la presidenta del país, Dina Boluarte. Los otros organizadores son el Instituto Cervantes, la RAE y la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale). En Arequipa se desarrollará “un programa complejo porque se acogen propuestas de las 23 corporaciones de la Asale”. ”Hay en total 235 propuestas, de las que 224 proceden de la Asale y el resto son externas”, añadió.
Uno de los ejes del CILE de Arequipa será el de “las tecnologías de la comunicación, la cultura digital y la inteligencia artificial”. “Cómo la IA afecta a la lengua porque ya hay más máquinas que hablan español que personas. Hay que conseguir que la IA hable como lo hacen los humanos y para ello hay que convencer a los fabricantes de esa máquinas para que usen la lengua canónica”, agregó Muñoz Machado. Esta sección incluirá conversaciones sobre el desafío de preservar la unidad de la lengua en el entorno digital, la traducción en la IA o como esta afecta a los medios de comunicación y a la enseñanza.
Muñoz Machado ha recordado que la RAE está implicada en este proceso de la relación de la lengua con la tecnología a través del programa Lengua Española e Inteligencia Artificial (LEIA), cuyo objetivo es “la defensa, proyección y buen uso de la lengua española en el universo digital y, especialmente, en la inteligencia artificial”.
Un segundo bloque del congreso tratará “el español como lengua mestiza y la interculturalidad”, un asunto que ya fue tratado en el anterior CILE, celebrado en Cádiz, en marzo de 2023. Se ha recordado que la cita prevista entonces era en Arequipa, pero que no se pudo celebrar por la complicada situación política del país americano. Esta vez habrá lugar para debatir sobre la lengua en la migración y el exilio, el español de los Estados Unidos, la variedad gastronómica del castellano y la incidencia del quechua, el aimara y las lenguas amazónicas en el español andino.
Por último, habrá un bloque sobre el “lenguaje claro y accesible”, apuntó Muñoz Machado, “el que propone que los poderes públicos se dirijan a los ciudadanos con un lenguaje que se entienda”. Entre otros debates, se hablará del lenguaje claro en los medios de comunicación y la publicidad.
En cada uno de estos tres ejes principales habrá “un ponente general, dos mesas de debate y paneles simultáneos con charlas de expertos”. En el tema del mestizaje habrá hasta 14 paneles y en el del lenguaje claro, 13. Como en cada congreso, se desarrollarán también actividades culturales.
El presidente de la Comisión Organizadora y del Grupo de Trabajo del X CILE, Carlos Chávez-Taffur, del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, ha recordado que “el español llegó a ese país hace más de cinco siglos y que en la actualidad alcanza al 83% de la población como primera lengua y es la segunda para el 17% restante”.
Las cumbres sobre el español comenzaron a celebrarse en 1997, en Zacatecas (México), para reflexionar sobre el estado y retos de esta lengua. Cada edición se celebra en ciudades históricas, pero no en las capitales de países americanos.
Sly Stone, músico visionario y pionero del cruce entre el funk y el soul con el pop psicodélico y el rock, murió este lunes a los 82 años en Los Ángeles, la ciudad en la que vivía desde los años 70. Su hora le llegó “tras una prolongada lucha contra la enfermedad pulmonar crónica y otros problemas de salud asociados”, según explicó la familia en un comunicado. “Falleció en paz, rodeado de sus tres hijos, su mejor amiga [su representante, Arlene Hirschkowitz] y su familia”.
El pasaje a la inmortalidad de la música negra se lo ganó durante los siete años en los que −al frente de Sly and the Family Stone, su banda− puso una banda sonora interracial a un Estados Unidos en pleno cambio con una perdurable serie de álbumes; entre ellos, Life (1968), Stand! (1969) y There’s a Riot Goin’ On (1971). Este último, con su icónica portada con la bandera estadounidense, es una obra sombría de tintes políticos y en él ya asoma el inicio de su declive. Aquel año, la banda canceló 26 de los 80 conciertos que tenía apalabrados.
Esa personalidad errática no impidió que su talento brillara. Es difícil exagerar la influencia de la música que creó en esa época. Esas revoltosas canciones, éxitos entre el comentario social y la invitación al baile como Dance to the Music,If You Want Me to Stay o Everyday People, alentaron al trompetista Miles Davis a dar un paso más en la revolución eléctrica de su música −y a grabar, entre otros, On the Corner (1972)− mientras que el pianista Herbie Hancock tituló Sly una de las canciones de su obra maestra de jazz rock Headhunters.
Hay algo de Stone en el espíritu aventurero del Stevie Wonder de la época, y ese subgénero conocido como soul psicodélico, perfeccionado por artistas como los Temptations o Undisputed Truth con el productor Norman Whitfield los mandos, también bebió de sus hallazgos. Es igual de difícil pensar en el camino que emprendieron otros músicos afroamericanos sin la soltura con la que Stone introdujo la extravagancia en su propuesta: de Prince a Outkast, y de Rick James a Erykah Badu. El rap también aprovechó su legado. Según la web Who Sampled?, unos 1.100 temas de hip-hop han tomado en estos años prestadas sus canciones para samplearlas.
Tras ese breve fogonazo, Stone −vértice del triángulo del funk junto a James Brown y a otro excéntrico visionario, George Clinton (Parliament y Funkadelic)− se deslizó por el abismo de la adicción a la cocaína y los tranquilizantes. Agobiado por la fama y por la responsabilidad de ser admirado como un visionario, dinamitó su propia carrera. Desapareció poco a poco de la vida pública. Fue detenido en varias ocasiones por posesión de estupefacientes y sus intentos de regresar a los escenarios no trascendieron a los decepcionantes intentos de rentabilizar sus glorias pasadas.
En 2011, el tabloide New York Post lo localizó viviendo en una furgoneta en un suburbio de Los Ángeles. Entonces, pidió al reportero: “Por favor, dígale a todo el mundo que me dé trabajo y que toque mi música. Estoy harto de esta mierda”. En 2019, tras su cuarto ingreso en el hospital aceptó el consejo de los médicos: o dejaba de fumar crack o no lo contaría, le dijeron.
En los últimos años, Stone disfrutó de un inesperado rescate. Primero fue su aparición en el oscarizado documental Summer of Soul (2001), en el que el batería y estudioso de la música negra Ahmir Questlove Thompson rescataba las cintas perdidas de un festival en Harlem en 1969. La actuación de Sly & the Family Stone era uno de los platos fuertes de película, y sirvió para que una nueva generación de fans descubriera la experiencia de sus directos, más allá de su aparición en otro festival que marcó época: el de Woodstock.
El año pasado, Questlove estrenó un documental centrado en su figura. Sly Lives!: El legado de un genio está disponible en España en Disney+.
En 2023, Stone publicó sus memorias, aún sin traducción al español. Las tituló, en un guiño a una de sus canciones más conocidas, Thank You (Falettinme Be Mice Elf Agin): A Memoir. El comunicado en el que su familia comunica la noticia de la muerte revela que se hallaba trabajando en un guion cinematográfico basado en ese libro.
Su intención, escribe en sus memorias, en las que cuenta su historia como una sucesión de capítulos cortos, era “mostrarle a la gente la vida” que vivió y “las decisiones” que tomó. Y a eso suena para el lector en buena medida su esfuerzo de recordar: a una justificación de sus errores, sobre todo en su última parte del libro, cuando relata sus años oscuros.
“Me siento especialmente mal por los conciertos que me no di”, cuenta al principio. “No todos fueron por las drogas, pero sí unos cuantos. A todos los fans que alguna vez esperaron en vano mi llegada, ojalá nunca lo hubiera hecho. A los que se vieron afectados por mis decisiones, me habría gustado que todo hubiera sido diferente. Lo siento mucho”.
De Texas a Vallejo
Sylvester Stewart nació en en 1943 en Denton (Texas), pero su familia pronto se mudó a Vallejo, cerca de San Francisco, ciudad con la que su música quedaría indisolublemente unida a finales de los años sesenta. Sus primeros pasos recuerdan al de otros muchos músicos afroamericanos de la época: el coqueteo con el gospel en el seno familiar, la formación de un grupo de doo wop (The Viscaynes) y el primer moderado éxito, cuando solo era un adolescente, con la canción Long Time Gone. Fue un animado locutor de una radio musical que se escuchaba en la Bahía de San Francisco, y estudió trompeta, composición y teoría en el Vallejo Junior College.
Su primer trabajo en la industria fue como productor del sello Autumn Records, escudería para la que grabó sus propias canciones, ademas de trabajar para otros, como el cantante de soul Bobby Freeman, o los rockeros The Beau Brummels o The Mojo Men.
En 1966, fundó la banda con la que alcanzaría la fama. Sly and the Famiy Stone era, como decía una de sus canciones más pegadizas, “un asunto familiar”. Su hermano Freddie tocaba la guitarra, y su hermana Rose, el piano. Había otros intérpretes, hombres y mujeres, blancos y negros, pero el único protagonista posible era él. Talentoso multiintrumentista, se atrevía con todo lo demás: teclados, guitarra, bajo y batería. También fue el compositor, arreglista y productor de toda la obra de la banda.
A su muerte deja, según contó el periodista musical británico Alexis Petridis, de The Guardian, en una de sus últimas entrevistas, “miles de canciones” inéditas. Las escribió, aparentemente, en los “años ochenta, noventa y dosmiles”, cuando el mundo ya no estaba escuchando. No conviene confiar demasiado en que ese material vea la luz.
Un juez estadounidense ha desestimado este lunes la demanda por difamación de 400 millones de dólares del actor Justin Baldoni contra la actriz Blake Lively, quien había acusado a Baldoni de acosarla sexualmente durante el rodaje de la película Romper el círculo (Baldoni, 2024), además de contra su marido, el también actor Ryan Reynolds y su publicista Leslie Sloane. Además, había puesto otra demanda de 250 millones contra el periódico The New York Times, que también ha sido desestimada.
La investigación de The New York Times describe, a lo largo de más de 4.000 palabras y con la firma de tres reporteros, el acoso del que fue víctima Lively a través de documentos internos, mensajes y frases como: “[Baldoni] entró en distintas ocasiones, y sin haber sido invitado, en su camerino cuando ella se encontraba desvestida o incluso amamantando”. Se afirmaba que el director y coprotagonista de Romper el círculo había intentado destrozar su autoestima burlándose de su físico. Y que le confesaba intimidades, como hipotéticas infidelidades o su adicción a la pornografía. Lively, contaba en el artículo, tuvo que poner límites por contrato. Le pidió, por ejemplo, que no añadiera más escenas de sexo al rodaje.
Apenas 10 días después, Baldoni contrademandaba a Lively y a The New York Times, por 250 millones de dólares. Les acusaba de presentar los hechos de manera “descontextualizada y manipuladora”. Acusaba al periódico de “cherry picking”: es decir, de utilizar únicamente los datos que refuerzan la historia y omitir los que la debilitan. Los denunciantes consideraban que el diario había violado su privacidad para reconstruir el presunto acoso a Lively y que había empleado comunicaciones y mensajes fuera de contexto en un intento deliberado por confundir al lector, según publicó Variety. A la actriz le acusaba de lo mismo que ella a le acusa a él: de crear una campaña para hundirle con “falsas alegaciones de abuso para tomar de manera unilateral el control de la producción”.
Este caso de las denuncias cruzadas se ha ido complicando con el tiempo. En un momento del proceso Baldoni decidió citar como testigo del futuro juicio a la superestrella del pop Taylor Swift, amiga íntima de Blake Lively, pero luego se retractó. A pesar de todo la amistad de Taylor con Lively pareció resentirse tras el vaivén judicial.