El papa León XIV volverá a pasar parte del verano en la que era la residencia estival de los pontífices, el palacio y el complejo de Castel Gandolfo, a 25 kilómetros de Roma. Es noticia por eso, porque esa era la costumbre hasta que llegó Francisco, que renunció a ello en 2013 alegando que un papa no se coge vacaciones. Fue uno más de los golpes de efecto de sus primeros meses, y otra de sus vistosas rupturas con la tradición. Tres años después, el pontífice argentino incluso convirtió el complejo en museo. Además de que el pueblo de Castel Gandolfo lo vivió como un funeral, causó desconcierto en la curia romana, entre otras cosas porque suponía una crítica implícita a sus predecesores.
El regreso de un papa después de 12 años a Castel Gandolfo, donde incluso murieron dos pontífices (Pío XII en 1958 y Pablo VI en 1978), ha sido anunciado a mediodía de este martes por la Santa Sede. El Pontífice se trasladará allí el 6 de julio y permanecerá en el palacio hasta el día 20 de ese mes. Luego regresará del 15 al 17 de agosto. Como novedad, no se alojará en el palacio pontificio, que seguirá abierto como museo, sino en la llamada Villa Barberini, en otro punto del recinto, según ha explicado la oficina de prensa de la Santa Sede. Contará con la piscina que construyó Juan Pablo II y con una nueva pista de tenis, su deporte favorito, señala la prensa italiana.
Puede parecer una decisión sin más trascendencia, pero es un detalle más de que León XIV está marcando distancias claras con Francisco, al menos en las formas. Lo hace de forma silenciosa: el síntoma más evidente es, en primer lugar, que el Papa ha desaparecido mediáticamente desde su elección, el pasado 8 de mayo, con un deliberado perfil bajo. No da titulares. Francis Prevost está trabajando ya a pleno ritmo, con numerosas audiencias, y casi a diario pronuncia discursos, homilías o sermones, pero son de contenido estrictamente espiritual, poco coloquiales y apenas saltan a los medios. Es un contraste enorme con el impacto mediático que protagonizó Francisco nada más llegar al Vaticano y es un cambio marcado por una prioridad del nuevo Papa: reconciliar a una Iglesia muy dividida por las formas de su antecesor, entre otras cosas.
Robert Prevost está en plena sintonía con Francisco en su visión de una Iglesia cercana a los pobres y a los problemas sociales, pero está cuidando mucho el estilo: da señales de algo así como una vuelta a la normalidad tras el vendaval del papa argentino, con gestos que se interpretan como un deseo de cerrar heridas internas. Guiños a todo ese sector más tradicional de la Iglesia que vio con malos ojos los cambios de Jorge Mario Bergoglio. El pontífice estadounidense-peruano lo hizo desde el primer día, en los hábitos que vistió y con el uso del latín, o incluso cantando en las celebraciones, cosa que Francisco no hacía. O al no utilizar el coche de su predecesor, un pequeño Fiat 500 blanca, y preferir una furgoneta Wolkswagen azul oscuro.
El paso más significativo será algo que aún no se ha anunciado oficialmente, pero que en Roma y en el Vaticano se da por hecho: que León XIV volverá a vivir en el apartamento del palacio apostólico, que en este momento está en obras para ponerlo a punto. Francisco lo abandonó tras su elección para instalarse en la residencia de Santa Marta, un moderno hotel donde se alojan los cardenales en el cónclave. Acabó viviendo en una suite del segundo piso, donde falleció el pasado 21 de abril.
Un Papa que de momento no habla de política
Pero donde está la mayor diferencia de León XIV con Bergoglio es, sobre todo, en que no habla de política ni se mete en líos, su gobierno es más hacia dentro. De momento. Fuentes vaticanas indican que estos primeros meses son de transición, el Papa quiere calmar los ánimos, apaciguar las guerras internas y meditar bien las decisiones a tomar y el camino a seguir. Pero luego empezará a actuar y será expeditivo, aseguran.
Un ejemplo claro de cómo el Pontífice se mantiene al margen del choque político, algo que Francisco no eludía en absoluto, es lo ocurrido el pasado sábado, 14 de junio. Ese día se llegó a pensar que quizá había llegado el momento en que afrontaría uno de los grandes retos de su pontificado: el delicado diálogo con su propio país, Estados Unidos, y con Donald Trump.
El Vaticano anunció que León XVI enviaría un mensaje grabado en vídeo para ser emitido en el estadio de los White Sox de Chicago, su equipo de béisbol, donde se congregaron 30.000 personas en una ceremonia organizada por el arzobispo de la ciudad, el cardenal progresista Blaise Cupich, uno de los principales críticos de Trump en la Iglesia norteamericana. Era la primera vez que Prevost se dirigía directamente a fieles estadounidenses y, además, lo hacía en un momento de grave crisis en el país, con deportaciones masivas de inmigrantes y el envío de la Guardia Nacional a California. Y en el mismo día en que Donald Trump presidía un desfile militar en Washington por el 250 aniversario del ejército estadounidense y con cientos de manifestaciones de protesta en todo el país bajo el lema “No kings day” (Día del no a los reyes). En algunos medios de EE UU se llegó a hablar de una posible contraprogramación del Papa a Trump.
En resumen, podía haber sido la ocasión para que León XIV estrenara un diálogo en clave más política, pero dedicó toda su intervención a hablar de la Santísima Trinidad. A quien esperaba una entrada de León XIV en el debate político le quedó claro que ya había otro papa en el Vaticano. Porque Francisco, en febrero de 2025, nada más empezar el mandato de Trump, dirigió una durísima e inédita carta a los obispos de EE UU “en estos delicados momentos”. Un documento en el que habló así de las deportaciones masivas: “La conciencia rectamente formada no puede dejar de realizar un juicio crítico y expresar su desacuerdo con cualquier medida que identifique, de manera tácita o explícita, la condición ilegal de algunos migrantes con la criminalidad”. La misiva contenía un ataque muy explícito al vicepresidente, J. D. Vance, sin nombrarlo, y llamaba a los fieles “y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a no ceder ante las narrativas que discriminan y hacen sufrir innecesariamente a nuestros hermanos migrantes y refugiados”. León XIV, por el momento, prefiere hacer solo catequesis y hablar de forma menos explícita.
EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es.
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León XIV hizo público este viernes en Perú un enérgico mensaje personal de tolerancia cero con la pederastia y los abusos sexuales, y que es inédito sobre todo por su apoyo explícito, con nombre y apellidos, a los periodistas que han investigado en este país un caso, el del grupo ultraconservador Sodalicio de Vida Cristiana (SCV), disuelto por Francisco en enero de este año: “Es urgente arraigar en toda la Iglesia una cultura de la prevención que no tolere ninguna forma de abuso, ni de poder o de autoridad, ni de conciencia o espiritual, ni sexual. Esta cultura solo será auténtica si nace de una vigilancia activa, de procesos transparentes y de una escucha sincera a los que han sido heridos. Para ello necesitamos a los periodistas”.
El mensaje, que apunta a que su mandato reforzará la lucha contra los abusos, fue leído en la representación de la obra teatral Proyecto Ugaz, en una de las sedes del teatro La Plaza, en el distrito limeño de Barranco. Es un texto inspirado en el trabajo de la periodista Paola Ugaz y otros reporteros, acosados judicial y mediáticamente en Perú desde 2015 por sus investigaciones. El Sodalicio, con rasgos de secta y muy extendido en clases altas del país, era también un imperio económico con influyentes conexiones en los medios y las instituciones peruanas.
El Papa, que ha vivido muchos años en el país andino, fue obispo en Chiclayo hasta 2023 y conoce bien lo ocurrido, los mencionó expresamente: “Hoy quisiera agradecer particularmente a Paola Ugaz por su valentía en acudir el 10 de noviembre de 2022 al Papa Francisco y pedirle amparo ante unos ataques injustos que sufría junto a otros tres periodistas, Pedro Salinas, Daniel Yovera y Patricia Lachira por denunciar los abusos cometidos por parte de un grupo eclesial radicado en varios países pero nacido en Perú. Entre las numerosas víctimas de abusos, también las había de abusos económicos, los comuneros de Catacaos y Castilla, lo cual hacía aún más intolerable lo denunciado”. El encuentro de los periodistas con Francisco cambió todo: a los pocos meses el papa argentino envió una misión especial para investigar el caso.
La carta fue leída al final del espectáculo por uno los miembros de esa misión especial, el sacerdote español Jordi Bertomeu ―el otro fue el maltés Charles Scicluna―, que también ha sido objeto de ataques judiciales y mediáticos. León XIV hizo en su mensaje un alegato de defensa de la labor de la prensa a la hora de descubrir los escándalos, tarea en la que también ha colaborado EL PAÍS, que el pasado mes de enero destapó el caso del cardenal y exarzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, del Opus Dei. “La libertad de prensa es un bien común irrenunciable. Los que ejercen esta vocación con conciencia no pueden ver apagada su voz por intereses mezquinos o por miedo a la verdad. A todos los comunicadores peruanos me atrevo a decirles con afecto pastoral: no teman. Con su trabajo pueden ser artífices de paz, unidad y diálogo social. Sean sembradores de luz en medio de las sombras”, dijo el Papa.
El propio papa conoce bien estas sombras, pues él mismo ha sido objetivo de una campaña mediática por ponerse del lado de las víctimas y de los periodistas en Perú, que llegó incluso hasta el momento de su elección, el pasado 8 de mayo. La investigación sobre el Sodalicio comenzó cuando Pedro Salinas, periodista que había sido sodálite (miembro de la organización), le propuso a Paola Ugaz trabajar juntos en una empresa difícil: adentrarse en los secretos del Sodalicio. Serían solo cuatro meses, le dijo. Conocía testimonios, en su mayoría anónimos, de personas que aseguraban haber sufrido abusos de todo tipo de propia mano de sus fundadores, laicos consagrados y sacerdotes.
Ugaz aceptó. Los cuatro meses se convirtieron en 15 años. Juntos publicaron un libro en 2015 que destapó el caso. Luego fue querellada, visitó juzgados, recibió condecoraciones, volvió a ser querellada, y continuó. Después de haber dejado mucha vida en el camino, en este 2025 se hizo la luz: el papa Francisco disolvió de forma definitiva el Sodalicio y Robert Prevost, el obispo de Chiclayo que acompañó todo el proceso de cerca y se convirtió en su gran aliado en la Santa Sede, fue elegido su sucesor.
La obra teatral, escrita por Vera Castaño y Rocío Limo, actrices y dramaturgas, y dirigida por Diego Garguervich, recoge la lucha de la periodista. En la sala se encontraban varios de los protagonistas de esta historia, como Pedro Salinas y José Enrique Escardó, el primer periodista que denunció los abusos de decenas de jovencitos en las casas de formación de la organización.
También estaba Jordi Bertomeu, que fue quien dio la sorpresa a la platea al leer el mensaje de León XIV, escrito especialmente para la obra. Un espaldarazo que confirma que no ha perdido de vista el caso. “Esta obra no es solo teatro: es memoria, denuncia, y sobre todo, un acto de justicia. A través de ella, las víctimas de la extinta familia espiritual del Sodalicio y los periodistas que las han acompañado —con valentía, paciencia y fidelidad a la verdad— iluminan el rostro herido pero esperanzado de la Iglesia. La lucha de ustedes por la justicia es también la lucha de la Iglesia”, expresó el Papa.
“Hoy, vuelvo a elevar la voz con preocupación y esperanza al mirar hacia mi amado pueblo del Perú. En este tiempo de profundas tensiones institucionales y sociales, defender el periodismo libre y ético no es solo un acto de justicia, sino un deber de todos aquellos que anhelan una democracia sólida y participativa. La cultura del encuentro no se edifica con discursos vacíos ni con relatos manipulados, sino con hechos narrados con objetividad, rigor, respeto y valentía. Exhortamos, pues, a las autoridades del Perú, a la sociedad civil y a cada ciudadano a proteger a quienes, desde las radios comunitarias hasta los grandes medios, desde las zonas rurales hasta la capital, informan con integridad y coraje. Donde se silencia a un periodista, se debilita el alma democrática de un país”, señaló el Pontífice, agustino estadounidense que comenzó su misión en el Perú a mediados de los ochenta en la localidad de Chulucanas y que en 2015 se nacionalizó peruano.
“Un acto de memoria”
El papa León XIV concluyó su mensaje con una exhortación: “Hago mis votos para que esta obra sea un acto de memoria, pero también un signo profético. Que despierte corazones, remueva conciencias, y nos ayude a construir una Iglesia donde nadie más deba sufrir en silencio, y donde la verdad no sea vista como amenaza, sino como camino de liberación”. Los asistentes respondieron con un sonoro aplauso. Bertomeu valoró el gesto: “Esta carta podía estar o no estar y ha querido estar para una obra de teatro que se hace en Lima. El Papa ha querido estar presente”.
Para Bertomeu, quien fue designado por el papa Francisco para liderar el proceso de liquidación de los bienes del Sodalicio, lo que está faltando en la Iglesia y la sociedad es “una profunda reflexión sobre el poder”. “Tenemos que entender cómo es el poder que origina el abuso. ¿Por qué hay gente que necesita abusar de otros para vivir? Es lo contrario al cristianismo. El poder se encarna para que el otro tenga vida. En cambio, en el poder pervertido tú estás a mi servicio”, reflexionó.
El sacerdote español levantó también la voz sobre la inacción de las instituciones republicanas del Perú que no han sabido acoger a las víctimas y ha alertado sobre la peligrosidad de este grupo que lo ha atacado en los últimos meses, descalificando su labor: “Si a un enviado por el papa con nacionalidad española, pasaporte diplomático, con la estructura del Vaticano detrás se atreven a llevarlo a los tribunales… moraleja: ¿qué no harán con cualquier desgraciado que no tiene ningún tipo de influencia?”.
Paola Ugaz y otros asistentes al evento remarcaron que si bien el Sodalicio ha sido disuelto, su maquinaria no ha perdido poder: “Son dueños de muchas empresas. Nueve cementerios son manejados en un fideicomiso a través del alcalde de Lima Rafael López Aliaga, que quiere ser candidato a la presidencia en el 2026. Es un matón. Maneja dinero y sabe que puede ayudar a su amigo Jaime Baertl (sacerdote y cerebro de las finanzas de la agrupación)”. Algunos participantes también señalaron que denunciar a la Iglesia no les convierte en menos cristiano y que las víctimas deben estar en el centro de las reparaciones. El Proyecto Ugaz, bendecido por León XIV, irá hasta el 29 de junio en el teatro La Plaza.