Connect with us

America

¿Existen Hoy Los Héroes De La Traición?

Published

on

Este texto es una transcripción de las palabras pronunciadas por Javier Cercas antes de la cena de los intervinientes en el foro World in Progress Barcelona, organizado por el Grupo Prisa, EL PAÍS y la Cadena SER.

Buenas noches.

Siguiendo una tradición inaugurada el año pasado, Joseph Oughourlian me pide que diga unas palabras antes de que nos sirvan la cena, unas palabras que esta vez versarán sobre un concepto que acuñé hace tiempo en un libro titulado Anatomía de un instante: los héroes de la traición. Naturalmente, esa expresión es un oxímoron, una contradicción en términos, como “matrimonio feliz”, y Joseph, que es un hombre singular y piensa que los novelistas tenemos cosas relevantes que decir, me ha pedido que explique qué son los héroes de la traición y me ha preguntado si creo que todavía existen. Y, si existen, quiénes son. Y, si no existen, por qué no existen.

Para explicar qué son los héroes de la traición debo decir antes unas palabras sobre Anatomía de un instante, un libro que gira en torno al golpe de Estado del 23 de febrero 1981, o más bien en torno a un instante de ese golpe, a través del cual el libro narra todo el proceso de transición de la dictadura a la democracia en España, es decir, la historia de la conquista de la democracia.

Como ustedes saben, el golpe de Estado del 23 de febrero fue el último golpe militar que padecimos en España y, de algún modo, constituye el mito fundacional de la democracia española. Por esa razón, cuando tengo que hablar de él fuera de España suelo decir que es nuestro asesinato de Kennedy, el punto exacto donde convergen todos los demonios del pasado español: en 1981, seis años después de la muerte de Franco, los españoles empezábamos a pensar que vivíamos ya en una democracia asentada, más o menos como las demás europeas, cuando de repente, en aquella tarde de febrero, se produjo una escena que nos retrotraía a nuestro pasado más oscuro, un pasado de violencia, de guerras civiles y dictaduras: mientras el Parlamento elegía al segundo presidente del Gobierno democrático, irrumpió pegando tiros en el hemiciclo un grupo de guardias civiles al mando de un oficial con un tremendo mostachón y un tricornio, igual que un personaje recién salido de un poema de García Lorca. Todos ustedes recuerdan esa escena, incluidos nuestros invitados extranjeros, porque las imágenes fueron grabadas, igual por cierto que las del asesinato de Kennedy. Y, como el asesinato de Kennedy, el golpe del 23 de febrero acabó convirtiéndose con el tiempo —esto yo solo lo comprendí después de años investigando sobre él— en una especie de gran ficción, en una fábula colectiva fabricada durante décadas a base de especulaciones noveleras, recuerdos inventados, teorías insensatas, leyendas urbanas, medias verdades y simples mentiras amañadas por los propios golpistas con el fin de eludir sus responsabilidades, por periodistas con muchas prisas y pocos escrúpulos, por políticos deseosos de construir un pasado útil para sus intereses y por la imaginación popular. Para colmo, y a diferencia del golpe de 1936 —el que desencadenó la Guerra Civil—, el golpe de 1981 fue un golpe sin documentos o casi sin documentos, de manera que sobre él puede decirse de todo con absoluta impunidad; de hecho, salvo que lo organizaron la reina de Inglaterra o Walt Disney, del golpe se ha dicho de todo, como por cierto del asesinato de Kennedy. Así que, del mismo modo que no hay un norteamericano que no tenga una teoría sobre el asesinato de Kennedy, no hay un español que no tenga una teoría sobre el golpe de Estado del 23 de febrero. ¿Qué es un español? Es un tipo, o una tipa, que tiene una teoría sobre el golpe de Estado del 23 de febrero: si ustedes se cruzan con alguien que dice ser español y no tiene una teoría sobre el golpe de Estado del 23 de febrero, es que no es español.

Muy brevemente recordaré aquí el origen de Anatomía de un instante, porque importa a nuestro asunto. El libro surgió el día del 25º aniversario del golpe de Estado. Aquella noche yo estaba en mi casa, con un whisky en la mano, después de haberme pasado un día entero viendo, oyendo y leyendo reportajes sobre el 23 de febrero, cuando volví a ver en televisión las imágenes del golpe, o el pequeño fragmento de las imágenes del golpe que prodigan las televisiones, con el teniente coronel Tejero entrando en el hemiciclo del Parlamento y exigiendo a tiros a los presentes que se tiren al suelo. Todos los españoles hemos visto centenares, miles de veces esas imágenes, son casi una obsesión nacional (hagan zapping esta noche en la televisión, al regresar a su hotel o a su casa, y seguro que en un momento u otro las verán aparecer en la pantalla…) Pues bien, aquella noche estaba viendo por enésima vez esas imágenes cuando me fijé en una cosa que había visto muchas veces, pero la vi como la viese por vez primera. Lo que vi es que tres de los parlamentarios presentes en el hemiciclo desobedecían las órdenes de los golpistas y no se arrojaban al suelo buscando refugio bajo sus escaños, como hacían todos los demás: eran Adolfo Suárez, presidente del Gobierno saliente y arquitecto de la Transición; el general Gutiérrez Mellado, vicepresidente del Gobierno; y Santiago Carrillo, secretario general del Partido Comunista.

Debo decir que algunos parlamentarios presentes aquel día en el hemiciclo detestan este libro, y tal vez me detesten a mí, porque creen que yo los acuso de cobardes; nada más lejos de la realidad: lo normal fue hacer lo que ellos hicieron, es un milagro que aquel día no muriese nadie en el hemiciclo; lo normal, cuando te disparan, es tirarse al suelo; lo raro, lo extraordinario es lo que hicieron aquellos tres tipos: no arrugarse, desobedecer a los golpistas, plantarles cara. El caso es que aquella noche, delante de la televisión con un whisky en la mano, yo me hice una pregunta elemental, la pregunta que hubiera podido hacerse un niño: ¿por qué esos tres tipos hacen eso? ¿Y por qué lo hacen precisamente ellos, tres hombres que durante la mayor parte de su vida no habían creído en la democracia? Y, bueno, uno puede intuir casi en seguida por qué lo hicieron el general Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo —el general era un militar y no podía tolerar la insubordinación; Carrillo conocía la guerra, era el demonio para los golpistas y sabía que iba ser el primero en morir—, pero ¿por qué Adolfo Suárez, el hombre que ocupa el centro de la imagen, solo e inmóvil en su escaño de presidente en medio de un desierto de escaños vacíos, por qué había hecho aquello aquel hombre que, por lo demás, en su época de gobernante no me había inspirado la menor simpatía?

Y bien, cuatro años después, cuando terminé de escribir el libro, comprendí que aquel instante es un instante cebado de sentido, que en aquel instante —cuando tres políticos que nunca habían creído en la democracia decidieron jugarse la vida por la democracia— empezaba de verdad la democracia en España, que en aquel instante terminaban la Transición y la dictadura, que en aquel instante terminaba la Guerra Civil: contra lo que dicen los libros de historia, la guerra civil española no duró tres años, sino 43, porque —a menos que creamos a Franco y los propagandistas del franquismo— la dictadura no fue la paz, sino la guerra por otros medios. Pero no solo comprendí eso. También comprendí que aquellos tres hombres tan diferentes estaban unidos por lazos personales estrechísimos, que existía una complicidad estrechísima entre ellos, que los tres habían cargado con el peso principal del cambio de la dictadura a la democracia y que los tres podían definirse como héroes de la traición.

¿Qué es un héroe de la traición?

Estamos acostumbrados a pensar que la lealtad es una virtud, y lo es; pero hay momentos en la vida de las personas, y de las colectividades, en que es más valiente, más honorable y más virtuosa la traición que la lealtad. El tránsito de la dictadura a la democracia en España fue uno de esos momentos, y los tres protagonistas de Anatomía de un instante encarnan ese tipo de personas. El general Gutiérrez Mellado había hecho la guerra con Franco y toda su carrera en el franquismo; pero, al llegar la Transición, bajo las órdenes de Adolfo Suárez, cambió un ejército dictatorial por un ejército democrático y se convirtió en el gran traidor para sus compañeros, que lo odiaron encarnizadamente: tras el golpe de Estado, lo primero que le pidieron los jefes del ejército al ministro de Defensa, Alberto Oliart, fue que, por favor, el general Gutiérrez Mellado no apareciese por ningún acuartelamiento, porque era un personaje divisivo. Por su parte, Santiago Carrillo fue el gran traidor de la izquierda, y para algunos lo sigue siendo: Carrillo no solo abandonó los ideales del comunismo y la dictadura del proletariado; abandonó, sobre todo, los símbolos republicanos y la ambición de la Tercera República, y aceptó la monarquía, porque entendió —con razón, por cierto— que el dilema real no era monarquía o república, sino dictadura o democracia, como demuestra el hecho de que las mejores democracias del mundo son monarquías parlamentarias; y todo esto hay gente que a Carrillo nunca se lo ha perdonado. En cuanto a Suárez, fue por supuesto el gran traidor, el mayor traidor de todos, porque hizo posible la traición de los demás: cuando el Rey lo nombró presidente del Gobierno, en julio de 1976, quienes celebraron su nombramiento no fueron los demócratas españoles, sino los franquistas, los Guerrilleros de Cristo Rey, los viejos falangistas que siempre lo habían considerado uno de los suyos y pensaron que aquel camarada de toda la vida, aquel chico tan amable y obsequioso con ellos, tan joven, tan seductor, tan dinámico, tan kennediano, iba a asegurarles 10 o 20 o 30 años de franquismo sin Franco; pero, para sorpresa de todos, en menos de un año fulgurante el antiguo falangista de provincias disolvió las Cortes franquistas, legalizó los partidos políticos, incluido el Partido Comunista, y convocó las primeras elecciones libres desde la II República; dicho de otro modo: en menos de un año desmontó una dictadura de cuatro décadas y puso los cimientos de la democracia. Y, como es natural, los suyos nunca se lo perdonaron: Suárez se convirtió en el enemigo a muerte de sus antiguos compañeros franquistas, de hecho el golpe del 23 de febrero se organizó ante todo contra él, que se había transformado en el símbolo de la democracia. (Suárez era un hombre profundamente católico, y es fama que, más de una vez, hubo gente que se negó a darle la paz en misa).

Eso es un héroe de la traición: un político capaz de traicionar un pasado personal para construir un futuro colectivo, capaz de traicionar un error para construir un acierto, capaz de traicionar a los suyos para ser fiel a todos; y que, además, paga un precio altísimo por hacerlo. No hay premio para el héroe de la traición, o al menos no hay premio inmediato, tangible: a la altura de 1981, los tres protagonistas de Anatomía de un instante eran tres hombres personalmente rotos y políticamente acabados: baste recordar que, en las elecciones generales posteriores al golpe, Suárez obtuvo dos diputados —Carrillo, cuatro—; y, sí, cuando el expresidente falleció, en el año 2014, todo fueron alabanzas para él: había sido, de lejos, el presidente más vilipendiado de la democracia, pero a su muerte los medios de comunicación y algunos de sus peores enemigos parecían competir por presentarlo como una mezcla de Pericles y la Madre Teresa de Calcuta. Como dijo otro político español, en España enterramos muy bien.

Vuelvo de nuevo a la pregunta de Joseph: ¿existen hoy los héroes de la traición? ¿Hay todavía en España políticos así? Si no me engaño, la mayoría de ustedes diría que no, entre otras razones porque un héroe es una figura excepcional y solo se da en circunstancias excepcionales, como lo fueron las de la Transición. De acuerdo. Pero lo que sí puede existir, o lo que debería existir, son políticos capaces de poner el interés general por encima del particular, que al fin y al cabo es lo que hacen los héroes de la traición. Formulemos entonces de otra manera la pregunta: ¿existen hoy en España políticos capaces de poner el interés general por encima del particular? Si existen, ¿quiénes son? Y, si no existen, ¿por qué no existen?

Son tres preguntas diabólicas, pero arriesgo tres respuestas. La primera es la más fácil: desengañémonos, nunca ha habido muchos políticos capaces de poner el interés general por encima del particular, porque los políticos no son diferentes de los demás seres humanos, y hay pocos seres humanos capaces de hacer una cosa así. La segunda respuesta no es menos realista, pero sí más reconfortante: es casi seguro que algún político de ese tipo existe, aunque no sepamos quién es, porque la virtud es secreta o no es; tal vez solo sepamos quién es ese político con el tiempo, como solo con el tiempo supimos quiénes fueron los traidores heroicos de la Transición. La tercera respuesta es la más melancólica: si no me engaño, ahora mismo se dan circunstancias que no favorecen en absoluto la aparición de esa clase de políticos, y no solo en España.

Menciono solamente dos de ellas, una general y otra quizá más particular.

La primera es la propagación cancerígena del cinismo en política, en parte resultado del descrédito universal de la verdad, que acaso es uno de los rasgos fundamentales de nuestro tiempo: hoy la mentira, al menos la mentira en política, no parece penalizar a quien la dice; solo recordaré un contraste desolador: a finales de los años ochenta, Bill Clinton estuvo a punto de dimitir como presidente de los Estados Unidos, no a causa de sus escarceos sexuales con una becaria, sino por culpa de una mentira, mientras que en noviembre de 2024 Donald Trump consiguió volver a la Casa Blanca tras haberse erigido en el campeón mundial de la mentira y haberla transformado en su principal herramienta política. No hace falta haber leído a Maquiavelo ni a Max Weber para saber que la ética y la política siempre han mantenido relaciones complejas o problemáticas, siempre se han llevado mal; pero, cuando la ética se desvincula por completo de la política y la política se desentiende de la verdad y se legitiman el engaño, la mentira y las tropelías que la mentira y el engaño conllevan (se legitiman siempre y cuando incurramos en ellos nosotros o los nuestros, claro está), en ese momento empiezan a disolverse los estímulos que invitan a un político a anteponer el bien común al propio: hacer eso equivale a tomar una decisión éticamente superior, y es imposible tomarla si quien la toma no está animado por un impulso ético.

La segunda circunstancia es sobre todo española, o yo la detecto sobre todo en España (aunque no es desde luego exclusiva de nuestro país). Aquí, a mi modo de ver, el problema político esencial no son los políticos, ni siquiera el sistema político; aquí el problema esencial son los partidos políticos. El sociólogo Robert Michaels escribió que, para los partidos políticos, la democracia es un producto de exportación, no de consumo interno. Así es en España: como saben mejor que nadie nuestros políticos, aquí los partidos son organizaciones verticales, a menudo patológicamente sectarias, rigurosamente cesaristas, más semejantes a veces a clubs de fans del líder que a auténticos partidos políticos, organizaciones donde se esconde o se maquilla o no se combate en serio la corrupción —un tanto por ciento elevadísimo de la cual empieza o termina en los propios partidos—, organizaciones donde no suele salir adelante el más capaz sino el más obediente, por no decir el más servil, donde muchas veces se confunde la lealtad con el vasallaje y donde todo discrepante corre el riesgo de ser considerado un desleal o un felón. Por supuesto, todo esto podría cambiarse, pero no es nada fácil, sobre todo porque quienes tienen que cambiarlo son los propios partidos, y los partidos no quieren cambiarlo; es decir: porque los partidos son la solución, pero también el problema. Sea como sea, se comprenderá que en estas condiciones resulte muy difícil que se dediquen a la política los mejores, los más capaces e idealistas, los más dispuestos a trabajar por el bien común y a ponerlo, si es necesario, por encima del bien particular.

Acabo ya.

“¿Qué es un hombre rebelde?”, se preguntó Albert Camus. “Es un hombre que dice no”. Pero no es un hombre que dice no a los otros, a sus adversarios: eso es muy fácil, eso solo es una forma inversa de gregarismo; el hombre rebelde es quien dice no a los suyos, como hicieron los tres protagonistas de Anatomía de un instante, los tres héroes de la traición. Para eso, ante todo, hace falta coraje, que es la virtud más difícil, pero también la más necesaria. No lo digo yo; lo dijo un político: Winston Churchill. Churchill escribió en efecto que el coraje es la virtud esencial, la base, el fundamento de todas las demás virtudes; llevaba razón: uno puede ser una persona bondadosa, y la bondad es sin duda una virtud extraordinaria, pero, dadas determinadas circunstancias adversas —un golpe de Estado, sin ir más lejos—, si uno carece del coraje suficiente para ejercer esa bondad, se convierte o puede llegar a convertirse en un canalla. Yo no creo que debamos pedirles a nuestros políticos que sean héroes; de hecho, yo aspiro a vivir en un país que no necesite héroes. Pero lo que sí creo es que no hay democracia de verdad sin políticos que conciban la política como un servicio público y no como una carrera profesional o como un negocio personal, que merecemos políticos capaces del mínimo coraje de decir no a los suyos, de decirles que se equivocan cuando creen que se equivocan, políticos capaces de restaurar el vínculo roto entre ética y política, en definitiva, creo que debemos aspirar a tener políticos pragmáticos, cualificados y flexibles, sí, pero también valientes, humildes, veraces e idealistas. En este tiempo de cinismo obligatorio, esa aspiración puede parecer ingenua; a mí me parece simplemente indispensable.

Muchas gracias.

America

Trump Pide A La Fiscal General Que Investigue Los Lazos De Epstein Con Clinton Y El Banco JP Morgan En Un Intento De Desviar El Foco Del Escándalo

Published

on

trump-pide-a-la-fiscal-general-que-investigue-los-lazos-de-epstein-con-clinton-y-el-banco-jp-morgan-en-un-intento-de-desviar-el-foco-del-escandalo

Fue otra prueba a la vista de todo el mundo del desdén del presidente de Estados Unidos por la separación de poderes. Y fue, de nuevo, en su red social, Truth, con un mensaje publicado este viernes en el que anunció que pedirá a la fiscal general, Pam Bondi, y al Departamento de Justicia −“junto con los grandes patriotas del FBI”− que investiguen la relación del millonario pederasta Jeffrey Epstein con “[elexpresidente] Bill Clinton, Larry Summers [exrector de Harvard y miembro del Gabinete de Clinton], [el cofundador de LinkedIn] Reid Hoffman, [el banco] JP Morgan Chase y muchas otras personas e instituciones”.

Trump justificó esa orden −que rompe las reglas del decoro institucional estadounidense dado que a la figura de la fiscal general se le supone independencia de la Casa Blanca− alegando que los demócratas han resucitado el caso Epstein −“el bulo Epstein“, según el presidente− para ”tapar el desastroso CIERRE DE LA ADMINISTRACIÓN y otros fallos”.

La maniobra parece más bien perseguir un fin diferente: tratar de desviar hacia otro lado la atención del escándalo por su negativa a difundir los archivos que obran en poder de Bondi sobre el caso del pederasta. Este murió en 2019 en una celda de máxima seguridad de Manhattan en lo que fue un suicidio, según el forense, aunque los creyentes en las teorías de la conspiración piensen que lo mataron para que no tirara de la manta.

Bondi aceptó el encargo con un “gracias, señor presidente”. No es su primera vez. Ya lo hizo en otros ejemplos de persecución política de los enemigos de Trump; de la fiscal Letitia James al exdirector del FBI James Comey o el antiguo consejero de Seguridad Nacional James Bolton. En X, Bondi designó a Jay Clayton, el principal fiscal del Distrito del Sur de Nueva York, y le pidió que se pusiera con el caso.

Mucho menos aún, si logrará su objetivo de sofocar un escándalo que no cesa para Trump: la publicación esta semana más de 20.000 documentos obtenidos por el Congreso de la familia del financiero pederasta ha vuelto a resucitar un fantasma que persigue al presidente desde hace años por su larga amistad con Epstein. También ha encendido las sospechas de que el empeño de Trump por no difundir esos materiales −pese a que los suyos prometieron durante años que lo harían− solo puede significar que oculta algo.

El presidente de Estados Unidos niega que supiera nada de los delitos del que fue su amigo durante 15 años, hasta la ruptura entre ambos de 2004. Trump, cuyo nombre aparece centenares de veces en los nuevos papeles, sostiene que se separaron cuando echó a Epstein de su club, Mar-a-Lago, por su conducta de “bicho raro” con algunas empleadas. En los mensajes conocidos esta semana, el millonario pederasta niega que ese fuera el motivo. También hay un correo electrónico en el que este parece situar a Trump en una fiesta de Acción de Gracias compartida en 2017. Era la primera del nuevo presidente, pero no hay certezas de que fuera como Epstein dice.

Tampoco las hay de que Trump estuviera al tanto de las fechorías de Epstein, ni que participara en ellas, aunque en el lote de los mails liberados estos días, este dice que Trump “pasó horas con una de las víctimas” y que “sabía lo de las chicas”, en referencia a las menores de las que el financiero abusó impunemente durante años. Fue con la complicidad y la participación de su conseguidora, Ghislaine Maxwell, que cumple 20 años de prisión en una cárcel de mínima seguridad.

¿Lavado de capitales?

En su mensaje de este viernes, Trump cita en Truth a JP Morgan, que fue el principal banco de Epstein durante 15 años, un tiempo en el que el financiero hizo movimientos de dinero que encendieron las alarmas de los centinelas de lavado de capitales del gigante financiero, que nunca quiso intervenir en los manejos de uno de sus clientes preferentes. La relación con la entidad fue más allá del primer juicio. Una investigación de The New York Times concluyó el pasado mes de septiembre que el primer banco de Estados Unidos facilitó los delitos del depredador sexual, que movió ingentes cantidades de dinero para poder mantener su red de tráfico de menores.

Donald Trump con el financista Jeffrey Epstein en Palm Beach, Florida, en 1997.

Trump también señala a Clinton, uno de los personajes influyentes que con más frecuencia se ha vinculado tanto a Epstein (de nuevo, sin pruebas de que este delinquiera) como a la lista de ricos y famosos que el multimillonario supuestamente llevaba. Esa nómina también ha dado origen a numerosas teorías de la conspiración.

Está probado que el expresidente demócrata conoció a Epstein a través de su hija Chelsea y de Maxwell, y que se montó en sus aviones privados “al menos en 26 ocasiones” entre 2002 y 2003, según los registros de vuelo, como parte de las tareas de la Fundación Clinton. Es decir, antes del primer juicio contra el pederasta.

En el libro La araña: viaje al interior de la trama criminal de Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell, el periodista de investigación Barry Levine escribe que dos testigos lo situaron dos veces en 2002 en la isla privada en la que el financiero cometía muchos de sus abusos, aunque no hay constancia documental de ello y ninguna víctima que ha acusado a Clinton de delito alguno. Este ha negado tajantemente que viajara a la isla o que tuviera una relación cercana con Epstein y ha asegurado que no sabía nada de sus crímenes.

Larry Summers, por su parte, ha sido esta semana uno de los protagonistas más destacados de la última desclasificación de documentos (en dos tandas: una primera, de tres mails, corrió a cargo de los demócratas; la segunda, de más de 20.000, fue cosa de los republicanos).

Ya se sabía que Summers había tenido una relación con el financiero (relación que después lamentó públicamente), pero no que había seguido manteniendo tan habituales contactos con él entre 2017 y 2019, años después de la primera (suave) condena a Epstein por un delito relacionado con la prostitución, e incluso también después de que el Miami Herald resucitara el caso contra él con una serie de reportajes de investigación.

En esos intercambios, hablan mucho de una relación de Summers con una mujer londinense sobre la que Epstein le da consejos. También tratan sobre Trump, una verdadera obsesión del financiero en los años en los que lo vio pasar de magnate de inmobiliario y estrella la telerrealidad a inquilino de la Casa Blanca. De esas decenas de correos intercambiados entre ambos, tampoco es posible concluir que Summers supiera nada sobre los delitos de Epstein.

En cuanto a Hoffman, el cofundador de LinkedIn y megadonante demócrata, estuvo en tratos con el millonario pederasta cuando le pidió dinero para el Massachussets Institute of Technology (MIT). En ese contexto, viajó en una ocasión a la isla para un evento de recaudación de fondos.

La Cámara de Representantes tiene prevista una votación la semana próxima para pedir la liberación de todos los archivos del caso. Se espera que decenas de republicanos voten a favor, pese a las presiones de Trump. Después, aún quedaría que el Senado estuviera de acuerdo. Al presidente aún le quedaría un último recurso: tiene el poder para vetar la iniciativa del Capitolio.

Continue Reading

America

Estados Unidos Escala Sus Ataques Contra El “narcoterrorismo” En América Latina Con El Anuncio De La Operación Lanza Del Sur

Published

on

estados-unidos-escala-sus-ataques-contra-el-“narcoterrorismo”-en-america-latina-con-el-anuncio-de-la-operacion-lanza-del-sur

El secretario de Defensa, Pete Hegseth, ha anunciado este jueves el comienzo de una operación militar estadounidense para “expulsar a los narcoterroristas” del Hemisferio Occidental.

En un mensaje en X, la antigua Twitter, el jefe del Pentágono explica: “El presidente Trump nos ordenó actuar, y el Departamento de Guerra está cumpliendo. Hoy anuncio la Operación Lanza del Sur”.

Hegseth no especifica a qué se refiere exactamente, aunque se deduce que da nombre y formaliza la campaña de ataques militares extrajudiciales de las fuerzas de Estados Unidos contra supuestas narcolanchas en el Caribe y el Pacífico, como parte de las medidas de presión contra el régimen venezolano.

“Liderada por la Fuerza de Tarea Conjunta Lanza del Sur y el Comando Sur, esta misión defiende nuestra patria, expulsa a los narcoterroristas de nuestro hemisferio y protege a nuestra patria de las drogas que están matando a nuestra gente. El hemisferio occidental es la vecindad de Estados Unidos, y la protegeremos”, ha asegurado, sin dar más detalles.

En enero, el Pentágono ya había anunciado la creación de la fuerza de tarea conjunta Lanza del Sur, para el despliegue de “embarcaciones de superficie y drones” para, entre otros cometidos, “llevar a cabo operaciones antinarcóticos”.

El anuncio de Hegseth se produce apenas tres días después de la llegada del portaaviones Gerald Ford, el mayor del mundo y el más moderno de la flota estadounidense, a la zona de responsabilidad del Mando Sur de Estados Unidos en América Latina y el Caribe. El buque y su grupo de escolta se suma a la flotilla que ya se encuentra desplegada en aguas internacionales en el límite de las aguas territoriales de Venezuela.

Su llegada había precipitado las conjeturas de que Trump podría ordenar el comienzo de una nueva fase en la campaña militar, y que podría incluir ataques directos contra objetivos en territorio de Venezuela.

Este jueves, funcionarios del Pentágono informaron de un nuevo ataque en el Caribe contra una supuesta narcolancha. Se trata del vigésimo desde el inicio de la campaña de operaciones extrajudiciales en septiembre. En ellas, el Ejército estadounidense ha asesinado a 80 civiles.

El miércoles, Hegseth y el jefe del Estado Mayor, Dan Caine, habían encabezado la sesión de inteligencia semanal que recibe el presidente estadounidense cada miércoles. En ella habían expuesto a Trump las diferentes opciones en la campaña militar.

El Gobierno de Estados Unidos insiste en que el objetivo de la campaña es la lucha contra un narcotráfico que mata cada año a decenas de miles de personas en su territorio. Pero numerosos expertos, y el propio presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, consideran que el verdadero objetivo de la operación es forzar un cambio de régimen en el país caribeño.

En declaraciones a la CNN durante una intervención en la calle, el presidente venezolano había lanzado un mensaje al pueblo estadounidense: “unámonos por la paz del continente. No más guerras sin fin. No más guerras injustas. No más Libia, no más Afganistán”. Preguntado por el periodista si tenía algún mensaje directo que enviarle a Trump, Maduro ha contestado: “sí, paz”.

La pasada madrugada, el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, descartaba por su parte que su Gobierno vaya a enviar fuerzas militares a México o emprender “acciones unilaterales” en el marco de la guerra contra el narcotráfico.

Continue Reading

America

La Cámara De Representantes Acuerda El Fin Del Cierre De La Administración Más Largo De La Historia De Estados Unidos

Published

on

la-camara-de-representantes-acuerda-el-fin-del-cierre-de-la-administracion-mas-largo-de-la-historia-de-estados-unidos

En el final a cámara lenta del cierre de la Administración más largo de la historia de Estados Unidos, este miércoles era el turno del visto bueno de la Cámara de Representantes. Sus miembros se reunieron en pleno por primera vez desde el 19 de septiembre para votar la propuesta de reapertura del grifo de financiación del Gobierno aprobada el lunes en el Senado tras la deserción el día anterior de siete demócratas y un independiente rumbo a las filas republicanas.

Hubo 222 síes (216 republicanos y seis demócratas) por 209 noes (202 demócratas y 7 republicanos). Ya solo queda pendiente la firma de Donald Trump −prevista durante una ceremonia anunciada a las 21:45 (hora de Washington)− para poder dar por terminado el shutdown, que es como en Washington se llama al cerrojazo parcial del dinero público que es una amenaza recurrente que se materializa cuando ambos partidos no se ponen de acuerdo en materia presupuestaria. Esta vez ha durado 43 días y ha batido todos los récords de falta de acuerdo en el Capitolio.

Con la firma presidencial regresará la normalidad poco a poco a decenas de agencias federales clausuradas y a monumentos y parques nacionales cerrados o desatendidos, así como a los principales aeropuertos de Estados Unidos, que suman miles de vuelos cancelados y decenas de miles de retrasos por los efectos del shutdown en los controladores aéreos y empleados de seguridad, funcionarios considerados “esenciales” y, por tanto, obligados a trabajar sin cobrar. El resto, unos 750.000, han quedado durante estas más de seis semanas suspendidos de empleo y sueldo.

No está claro cuándo se podrán dar por desatascados todos esos problemas; especialmente, el de los aeropuertos, aunque la autoridad federal de aviación (FAA), que la semana pasada ordenó un plan para evitar la saturación del tráfico aéreo, lo puso en suspenso este miércoles. Tampoco, hasta qué punto se verán afectados finalmente finalmente los 42 millones de beneficiarios del sistema de cupones de alimentos (SNAP son sus siglas en inglés). La Administración de Trump ha tratado por todos los medios de no pagar las sumas correspondientes a noviembre, y el viernes pasado intervino el Tribunal Supremo para dar la razón a la Casa Blanca en ese empeño.

El acuerdo que reabre el grifo del dinero público incluye la previsión de la financiación de la Administración federal hasta finales de enero, cuando puede haber una nueva crisis; la financiación de SNAP durante el curso fiscal de 2026 y el compromiso de que la Administración de Trump readmitirá a los funcionarios despedidos durante estos 43 días. También, de que pagará retroactivamente los sueldos no percibidos por los que mantuvieron sus trabajos y de que no echará a más empleados federales en los próximos dos meses y medio.

Casi más importante es lo que no incluye ese pacto. Sobre todo, en el caso de los demócratas, que vuelven a enfrentarse a una crisis interna solo una semana después de las contundentes victorias electorales en Nueva York, Virginia y Nueva Jersey que les habían permitido superar la anterior. Los republicanos no se comprometen a prorrogar una parte de las coberturas sanitarias incluidas en el programa Obamacare (ley así bautizada por el presidente que la inspiró). Son subsidios aprobados durante la pandemia, y su previsible final disparará el precio de los seguros médicos de 24 millones de estadounidenses. La bancada conservadora sí ha aceptado votar sobre esos subsidios próximamente, aunque todo indica que la iniciativa está condenada en el Capitolio.

El presidente de la Cámara Baja, el speaker Mike Johnson, la ha mantenido en receso durante 54 días para, con ese gesto sin precedentes, tratar de culpar a los demócratas de los efectos del cierre de la Administración. Lo último que hicieron los representantes antes de recibir vacaciones indefinidas fue aprobar el plan presupuestario que luego no consiguió en el Senado los apoyos necesarios, una mayoría cualificada de 60 que no llegó hasta el domingo, tras 14 votaciones fallidas. Entonces, los demócratas de la Cámara alta no quisieron apoyar el plan que habría permitido mantener abierta la Administración, cerrada desde el 1 de octubre.

Durante ese tiempo, Johnson también se ha negado −todo indica que por un cálculo político basado en su inquebrantable lealtad a Trump− a permitir que la congresista electa Adelita Grijalva (Arizona) jurase su cargo tras ganar una elección especial el pasado 22 de septiembre para suceder a su padre, Raúl Grijalva, fallecido en enero.

El voto de Grijalva

Lo logró finalmente este miércoles por la tarde. Lo primero que ella hizo fue firmar con los suyos una petición para forzar una votación en el Congreso. Si sale adelante, cosa también poco probable, obligaría a la Casa Blanca a la publicación de todos los archivos que tiene el Departamento de Justicia relativos al caso de Jeffrey Epstein, el millonario pederasta que murió en 2019 en una celda de máxima seguridad cuando esperaba juicio. Johnson ha fijado esa votación para la semana próxima.

Los demócratas y un puñado de republicanos que les permiten sumar los 218 votos necesarios (son cuatro: Thomas Massie, Marjorie Taylor Greene, Lauren Boebert y Nancy Mace) quieren conocer el contenido de esos papeles que el Departamento de Justicia prometió durante meses que verían la luz hasta que en julio pasado la fiscal general Pam Bondi emitió un comunicado, firmado junto al director del FBI, Kash Patel, en el que cambiaban de opinión y anunciaban que ya no los difundirían.

Este miércoles se conocieron nuevos correos de Epstein, publicados por los demócratas del Comité de Supervisión de la Cámara, en los que este nombra en repetidas ocasiones a Trump. Ambos fueron amigos durante 15 años, hasta su separación en 2004. Es decir, antes del primer juicio contra el financiero y antes también de que el magnate inmobiliario y estrella de la telerrealidad se convirtiera por primera vez en presidente.

La súbita negativa de la Casa Blanca a arrojar luz sobre esos archivos ha encendido las sospechas de que contienen algo que Trump no quiere que se conozca. Esas maniobras le provocaron al principio del verano la crisis más seria hasta la fecha entre sus fieles del mundo MAGA (siglas del lema trumpista Make America Great Again). Los militantes en las teorías de la conspiración sospechan desde hace años que esos archivos traen una lista de ricos y famosos implicados en los delitos de Epstein y que no se hace pública para protegerlos. También que el financiero no se suicidó, como concluyó el forense.

Hasta ver si logran que la Administración de Trump suelte todo ese material, el Congreso está obteniendo papeles de la familia de Epstein por oleadas desde agosto. Los correos difundidos este martes corresponden al último envío, de la semana pasada. Bondi tiene el dosier completo, según ha declarado, “sobre la mesa” de su despacho.

Trump mantiene que no sabía nada de los crímenes de su viejo amigo. Este miércoles desdeñó las nuevas revelaciones como otra manifestación de lo que viene definiendo como un “bulo de los demócratas” para desviar la atención del fin del cierre de la Administración que llegó después de todo, tras un final a cámara lenta.

Continue Reading

Trending

Copyright © 2017 Spanish Property & News