El cerco policial se ensancha sobre Los Ángeles. Karen Bass, alcaldesa demócrata de la ciudad, ha decretado este martes el toque de queda para frenar la violencia en las que han derivado algunas de las manifestaciones contra los operativos migratorios de Donald Trump. Bass ha apostado por la medida después de que 23 comercios fueran vandalizados el lunes en el cuarto día de protestas. La prohibición estará en vigor entre las ocho la noche de este martes y las seis de la mañana del miércoles. “La policía va a detener y presentar cargos contra aquellos que violen el toque de queda. Si no vives ni trabajas en el centro de Los Ángeles, no vayas”, ha dicho Bass esta tarde.
Un mosaico de fuerzas seguridad pueden verse dentro del perímetro que las autoridades han cerrado a la población. Un breve paseo por un puñado de calles es suficiente para ver la robusta y variopinta presencia oficial. Está luce uniformes azules, negros, caqui o de camuflaje. Cada uno representa a una corporación distinta. Sus mandos pueden ser diferentes, pero todos tienen el mismo objetivo: extinguir las protestas que, desde el viernes, están tomando las calles para exigir fin al terror que Trump ha desatado en las comunidades migrantes.
El presidente de Estados Unidos recurrió la tarde del martes a su habitual retórica incendiaria para pintar un panorama catastrófico en Los Ángeles, la segunda ciudad más poblada de Estados Unidos. El presidente llamó “animales” a quienes han salido a protestar y llamó a la urbe multicultural un “basurero desastroso” lleno de criminales. “No vamos a permitir que una ciudad estadounidense sea invadida por un enemigo extranjero. Eso es lo que son”, dijo el mandatario en un evento donde justificó el envío de 4.000 guardias nacionales y 700 soldados de infantería en un despliegue de fuerza que ha provocado un tenso pulso con las autoridades federales.
A pesar de su discurso, Los Ángeles no es una ciudad en llamas. Es lo que llevan argumentando las autoridades locales desde hace días. “El malestar social se limita a unas cuantas cuadras del centro, no es ni en todo el centro ni en toda la ciudad. Pero las imágenes hacen parecer que nuestra ciudad está ardiendo”, aseguró Bass esta mañana, horas antes de que decretara el estado de emergencia por el vandalismo. “El centro es menos de 2,5 kilómetros cuadrados frente a los 1.302 kilómetros cuadrados de la ciudad”, añadió la regidora.
Las protestas se han registrado en cinco calles del centro de Los Ángeles. El epicentro de estas es el Centro metropolitano de detenciones, un edificio federal que lleva días recibiendo a los indocumentados detenidos en los operativos conducidos por ICE, la policía migratoria.
La cárcel se encuentra en la esquina más caliente, la de la calle Alameda y la carretera 101. Es ahí donde se han llevado a cabo la mayoría de choques entre la gente que protesta y los cuerpos de seguridad, conformados por el federal Departamento de Seguridad Interior, la California Highway Patrol (policía estatal), la oficina del Sheriff del condado y la policía de Los Ángeles. Ahí llegaron los primeros militares de la Guardia Nacional enviados por Trump durante el fin de semana.
Esta autopista, que corre de norte a sur, es una de las vías de comunicación principales de Los Ángeles. Por ella pasan a diario unos 320.000 vehículos. Su relevancia la hace atractiva para los manifestantes, quienes la tomaron por varios minutos el domingo para hacer escuchar su mensaje contra el presidente. Los manifestantes volvieron a cortar su circulación este martes, pero fueron sacados rápidamente por los policías antidisturbios.
“Desde el sábado hemos presenciado una preocupante escalada en el comportamiento ilícito de los manifestantes”, aseguró Jim McDonnell, el jefe de policía de Los Ángeles. El número de detenciones hechas en los últimos días subraya el argumento del policía. El sábado fueron 26 personas arrestadas, el domingo fueron 40, el lunes 114 y este martes la cifra llegó a 197. De las detenciones de esta tarde, 160 fueron realizadas en la contra esquina del centro de detención. Y 67 fueron aprehendidos en la autopista 101. “El toque de queda es necesario para proteger vidas y salvaguardar la propiedad privada”, añadió McDonnell.
Las manifestaciones se han limitado a unas cuantas calles del llamado Centro Cívico, una docena de cuadras al norte del Downtown, en la que se encuentran edificios públicos como el Ayuntamiento de Los Ángeles, los tribunales estatales y federales, además de oficinas municipales y la biblioteca pública central.
Las autoridades han decretado esta tarde el toque de queda en una zona algo más amplia. Incluyen en el perímetro barrios completos fuera del área de conflicto como el Distrito del Arte, el Distrito de la Moda, Skid Row y South Park, donde se encuentra el estadio Crypto, la casa de los Lakers. El perímetro está delineado por las principales autopistas, la 10, que va de este a oeste, la 110, de sur a norte y la 101, en la misma dirección.
Las manifestaciones no solo han dejado robotaxis quemados o comercios vandalizados. También han extendido una manta de grafiti por todo el centro de Los Ángeles. “Muerte a la policía”, “Fuck Donald Trump” o “Death to AmeriKKKa” son solo algunos entre los cientos de mensajes que han dejado los manifestantes en las fachadas de los edificios públicos.
Bass ha recordado que Los Ángeles está a un año de albergar el Mundial de 2026. Los últimos días han puesto a los organizadores cuesta arriba el camino a embellecer la ciudad. Los trabajadores del Ayuntamiento ya han comenzado a reparar estos edificios, pero tomará tiempo. La alcaldesa asegura que el toque de queda auxiliará a remozar el rostro del centro con ayuda de los empresarios de la zona.
Los BRICS, el bloque del Sur Global que exige más poder en las instituciones internacionales, han arropado este domingo a uno de sus socios, Irán, en la cumbre que celebran en Río de Janeiro (Brasil). “Condenamos los ataques militares contra la República Islámica de Irán (…), que constituyen una violación del derecho internacional”, dice la declaración final pactada por los 11 países que, no obstante, evita señalar explícitamente a los autores del ataque, Israel y Estados Unidos. Los BRICS sí mencionan a Israel en su crítica de los ataques continuos contra Gaza, recuerdan que usar el hambre como arma de guerra es ilegal y piden la liberación de todos los rehenes. Los socios pasan, sin embargo, de puntillas por la guerra de Ucrania, desatada en 2022 por la invasión de Rusia, miembro fundador del foro. Y critican la guerra arancelaria sin mencionar al presidente de EE UU, Donald Trump.
El anfitrión, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, ha presentado a los BRICS como herederos del movimiento de países no alineados en la Guerra Fría. La reunión de este heterogéneo grupo, que representa a la mitad de la población mundial y el 40% del PIB, ha quedado deslucida por la ausencia del presidente chino, Xi Jinping, que por primera vez falta al encuentro anual.
Irán y Gaza destacan entre los asuntos que mayor esfuerzo negociador han requerido por parte de los diplomáticos que la víspera cerraron la declaración de los líderes de los BRICS, que se presentan como defensores del multilateralismo. En el punto dedicado a Irán, expresan su “enorme preocupación con la escalada de la situación de seguridad en Oriente Próximo” y con “los ataques deliberados a instalaciones nucleares pacíficas sobre la total salvaguarda del OIEA [la Organización Internacional de la Energía Atómica, de la ONU]”. Los BRICS apuestan por la solución de los dos Estados para el conflicto palestino-israelí.
Los países más reticentes a mencionar a Israel y EE UU eran la India y Emiratos Árabes Unidos, que tienen estrechas relaciones con ambos países, y Etiopía, cuna de los falasha, una comunidad judía local que emigró en masa al Estado judío en los años noventa.
Las referencias a los conflictos más candentes del momento en el comunicado final, de 31 páginas y 126 puntos, reflejan lo difícil que es el consenso en un foro con intereses tan dispares. En el caso de la guerra de Ucrania, los BRICS admiten sus respectivas posturas nacionales y como bloque se limitan a alabar los esfuerzos mediadores.
Si con los cinco miembros fundadores (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica) alcanzar acuerdos era complejo, es aún más arduo desde que, en 2023, se sumaron Arabia Saudí, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes, Indonesia e Irán. Una ampliación impulsada por Pekín con la que la superpotencia asiática ganó influencia, pero que países como la India o Brasil hubieran querido evitar porque temen que se diluyan sus voces y que se convierta en un foro antioccidental.
Vladímir Putin, que ha participado por videoconferencia por la orden internacional de arresto contra él, ha dicho que “la globalización liberal está obsoleta” y que “el centro de los negocios globales está situándose en los mercados emergentes”. Sí están presentes el presidente indio, Narendra Modi, el sudafricano Cyril Ramaphosa y el indonesio Prabowo Subianto. La delegación iraní la lidera el canciller Abbas Araghchi, y no su presidente, Masoud Pezeshkian, como estaba previsto hasta el ataque que empezó el 13 de junio. El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, se ha reunido en Río con su homólogo iraní para ofrecerle mediar en el conflicto sobre el programa nuclear.
La directora ejecutiva del BRICS Policy Center, Ana Fernández, explica que tras la ausencia de Xi existen varios factores, incluido que Pekín prefiere evitar el riesgo de verse arrastrada a pronunciarse sobre conflictos candentes y está molesta por la decisión brasileña de no sumarse a su proyecto de la Ruta de la Seda.
Esta es la segunda de tres grandes reuniones internacionales de las que el presidente Lula será anfitrión en un año. Antes, Brasil ya acogió el G-20 y en noviembre celebrará la COP, la cumbre climática de la ONU, que por primera vez será en la Amazonia.
Lula, que con 79 años está en su tercer mandato no consecutivo, ha constatado “el colapso sin parangón del multilateralismo” y ha criticado abiertamente las prioridades políticas de Occidente. “Es más fácil destinar el 5% del PIB al gasto militar que el 0,7% prometido a la ayuda oficial al desarrollo”. El antiguo sindicalista acusa a la OTAN de alimentar la carrera armamentística.
El brasileño ha enfatizado que el mundo acumula más conflictos que nunca. Ante eso, su receta es la que defiende desde hace un cuarto de siglo y que los BRICS comparten ahora: la reforma profunda del Consejo de Seguridad de la ONU. Lula considera imprescindible “hacerlo más legítimo, representativo, eficaz y democrático”. Y para eso, el Sur Global reclama que representantes de África, Asia y América Latina se sumen a los cinco miembros permanentes actuales.
Las lluvias cayeron con una fuerza devastadora. La madrugada del viernes el cielo descargó en tan solo unas horas una tromba de agua equivalente a casi la mitad de la precipitación anual del condado de Kerr, en el centro-sur de Texas. Las inundaciones dejaron al menos 43 muertos, entre ellas 15 niños, y decenas de desaparecidos, según el balance provisional de las autoridades locales. Se trata de un suceso sin precedentes en el último siglo en la zona, una región eminentemente rural a unos 100 kilómetros de San Antonio, donde estaba instalado un campamento de verano que hospedaba a 750 niñas. Una de ellas falleció y una veintena aún no han sido localizadas.
El grupo de menores fue sorprendido por las lluvias mientras pasaban unos días en Camp Mystic, a orillas del río Guadalupe. El río se desbordó tras una vertiginosa crecida de ocho metros en menos de una hora. La madre de Janie Hunt, de nueve años, confirmó a CNN en la mañana de este sábado que su hija había sido hallada sin vida. Horas antes, la mujer había manifestado que estaba rezando para encontrarla con vida. Los padres del resto de las niñas en paradero desconocido comenzaron a publicar fotografías en las redes sociales con la esperanza de conseguir información.
Las autoridades aseguraron desde el primer momento que habían puesto en marcha un operativo de búsqueda a larga escala. “Haremos todo lo humanamente posible [para encontrarlas], revisando cada árbol, removiendo cada piedra, lo que sea necesario”, afirmó el vicegobernador de Texas, Dan Patrick, a las familias de las menores.
El campamento Mystic acogía a un total de 750 niñas. Su sitio web lo describe como un lugar “cristiano”, “sano”, donde las pequeñas “desarrollan cualidades” y se convierten en “mejores personas”. El lugar quedó devastado tras las inundaciones. Más de cien guardabosques lograron entrar para brindar auxilio a las personas afectadas desde la madrugada del viernes, y consiguieron comenzar los rescates después del mediodía.
Las tormentas, que han sido descritas como “catastróficas”, han dejado un saldo parcial de más de 30 fallecidos. El sheriff local, Larry Leitha, informó de que al menos 24 de estas personas perdieron la vida en el condado de Kerr, y otra en el condado aledaño de Kendall. El general mayor Thomas Suelzer, al frente de la Guardia Nacional de Texas, aseguró que los equipos de rescate trabajaron durante toda la noche del sábado, y que hasta el momento han sido rescatadas y evacuadas más de 850 personas de las áreas inundadas. La mayoría fueron atendidas y trasladas en helicóptero, aunque también hay equipos de nadadores especializados desplegados en la zona. El legislador Chip Roy, representante del distrito, aseguró que unos 1.000 efectivos locales, estatales y federales, están colaborando en las tareas de búsqueda.
Las tormentas en Kerr comenzaron sobre las cuatro de la madrugada del 4 de julio. Los reportes muestran que las lluvias alcanzaron alturas de entre 10 y 20 centímetros. Además, se informaron alturas de hasta 38 centímetros en algunas áreas.
En la noche del viernes, el gobernador del Estado, el republicano Greg Abbott, firmó una declaración de desastre para asegurar que “los funcionarios locales tengan los recursos para seguir respondiendo a las inundaciones”, según comunicó en su cuenta de X. “Texas no se detendrá ante nada para garantizar que se dé cuenta completa de cada persona desaparecida”, escribió.
El presidente Donald Trump prometió el envío de ayuda federal y calificó los hechos como “una situación terrible”. Asimismo, escribió en sus redes sociales que acompaña con sus oraciones a “todas las familias afectadas por esta terrible tragedia”. “Nuestros valientes socorristas están en el lugar haciendo lo que mejor saben hacer. ¡Que Dios bendiga a las familias y a Texas!”, añadió.
Mientras, la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, aseguró que ha estado trabajando para “proporcionar todos los recursos posibles” a los damnificados y para “poner a salvo a los estadounidenses en crisis”. Con este objetivo, según explicó, fueron activados los recursos de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés), cuya misión es ayudar a los damnificados ante cualquier situación de desastre. FEMA actualmente se encuentra diezmada y corre el riesgo de ser desmantelada por la Administración Trump. La propia Noem afirmó recientemente que la agencia debería cambiar de nombre y que los mismos Estados deberían encargarse de gestionar sus emergencias.
La responsable de Seguridad Nacional también confirmó que la Guardia Costera de Estados Unidos se encuentra trabajando en la zona afectada, con el fin de evacuar a los vecinos que corren riesgos. “Volaremos durante toda la noche y el mayor tiempo posible. Esto es lo que hacen los hombres y mujeres de la Guardia Costera”, señaló.
Mario Guevara grabó y retransmitió en vivo incontables redadas migratorias en los últimos años, y el pasado 14 de junio hizo lo mismo con su propio arresto. Mientras cubría una manifestación en contra del presidente Donald Trump en la pequeña ciudad de mayoría latina de Chamblee (Georgia) —una de las miles de marchas convocadas en todo el país ese día— se ve el momento exacto cuando el teléfono con el que Guevara está grabando cae al suelo y el periodista salvadoreño, que vive y trabaja en Estados Unidos desde hace 21 años, se dirige en inglés a los policías antimotines que hacía instantes se veían acercándose en pantalla. “¡Oficial! ¡Oficial! Soy un miembro de los medios”, se oye que dice, reafirmando lo que su casco y chaleco claramente identificado deberían dejar claro. Desde el asfalto, el video continúa transmitiendo ese sábado soleado.
Mientras lo esposan, Guevara logra que un agente recoja su móvil y lo meta en su mochila. La grabación sigue desde allí dentro. Una vez en el coche de policía, el reportero detenido pide que bajen una ventana y, consciente de que hay una posibilidad de que su transmisión siga andando, pide, en español, a sus miles de seguidores que avisen de lo sucedido a su abogado. Esa grabación es el último testimonio público que se tiene de Guevara.
Desde entonces, han transcurrido 21 días en los que ha sido acusado de varios cargos independientes, ha estado detenido en por lo menos tres instalaciones penitenciarias diferentes y, esta semana, puesto en libertad bajo fianza solamente para volver a ser arrestado instantes después. El US Press Freedom Tracker lo registra como el único periodista detenido actualmente en Estados Unidos.
El arresto inicial de Guevara por parte de la policía del condado de DeKalb, que incluye una parte de Atlanta, fue por tres cargos: concentración ilegal, obstrucción a la policía y circulación peatonal en la calzada. El 18 de junio, sin embargo, Guevara fue entregado a la custodia del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), acusado de estar en el país de manera ilegal. También se le imputaron por separado otros tres cargos por infracciones de tráfico —por ignorar señales, utilizar un dispositivo de comunicación al volante y conducción temeraria— presentadas sin pruebas fotográficas y sin testimonios de los agentes acusadores, cuyos nombres además fueron ocultados, y que supuestamente habían ocurrido el 20 de mayo. A los dos días, Guevara fue trasladado al centro de detención de migrantes de Folkston, al sur de Georgia, y se iniciaron formalmente los procedimientos para su deportación, que continúan a pesar de que el 25 de junio la fiscal de DeKalb desestimó sus cargos iniciales del día de la manifestación.
El lunes pasado, 30 de junio, un tribunal migratorio le otorgó la libertad bajo fianza, fijándola en 7.500 dólares tras desestimar los argumentos del Gobierno que lo tildaba como una “amenaza para la comunidad”. Pero cuando el miércoles Guevara fue liberado, pasadas las 48 horas de custodia adicionales que solicitó el ICE, fue inmediatamente detenido por las supuestas infracciones de tráfico y puesto en custodia de la policía local de nuevo, que registró su arresto el jueves en la mañana. Esa misma noche, se confirmó que Guevara está una vez más bajo custodia del ICE en la cárcel del condado de Floyd y sin posibilidad de fianza.
Aunque lo acusan de haber entrado y permanecido en Estados Unidos de manera irregular, los abogados de Guevara sostienen que el periodista ingresó desde El Salvador en 2004 legalmente con visa de turista y desde hace años tiene permiso de trabajo. Además, después de que se le rechazó una petición de asilo por falta de pruebas contundentes de que corría peligro si volvía a El Salvador, en 2012 comenzó el proceso para recibir residencia permanente como familiar directo de un ciudadano estadounidense: sus dos hijos nacidos en el país. Ese proceso sigue abierto.
Guevara huyó de su país natal con su esposa a principios de 2004 después de haber trabajado en La Prensa Gráfica cubriendo, entre otras cosas, manifestaciones en contra del Gobierno local. Por ese trabajo fue acusado por algunos sectores de ser una agente encubierto del Estado y atacado en dos ocasiones. También recibió amenazas de muerte. Fue entonces cuando decidió trasladarse a Estados Unidos y se asentó en Atlanta.
Allí consiguió un trabajo en un periódico local en español que ya no existe llamado Atlanta Latino. En 2007 pasó a trabajar en Mundo Hispánico, un medio que pertenecía a Cox Enterprises, también propietario del mayor diario de la ciudad, el Atlanta Journal-Constitution. En los años siguientes, Mundo Hispánico tuvo un crecimiento enorme y se consolidó como el medio en español más grande de Georgia, con números que incluso competían con los medios en inglés. El auge coincidió con el rápido aumento de la población latina de Atlanta, que subió un 30% entre 2010 y 2020.
Durante los mandatos de Barack Obama, una alianza entre el ICE y la policía local expandió los controles migratorios en el Estado y los números de detenciones crecieron muy rápidamente. Guevara se lanzó a cubrir el tema. Un poco antes de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca por primera vez, el reportero empezó a notar furgonetas abandonadas en las calles, muchas veces con escaleras atadas en los techos y los almuerzos empacados todavía intactos adentro. Se dio cuenta de que el ICE estaba yendo por trabajadores de la construcción, así que comenzó a salir a las calles en las madrugadas, cuando los albañiles se dirigen a las obras, para cazar redadas migratorias. Así comenzaron los reportajes que serían la marca de la casa: las retransmisiones en vivo de las operaciones del ICE.
A partir de ese trabajo intrépido, Guevara construyó una audiencia enorme y leal en redes sociales. Ahora mismo tiene casi un millón y medio de seguidores en todas las plataformas, incluyendo 784.000 en Facebook. Allí ha construido una relación directa con quienes lo siguen, contestando sus comentarios y hablando con ellos, además de ser una presencia constante en sus barrios, donde conoce a muchos vecinos personalmente. El año pasado decidió lanzar su propio medio, MGNews, que se nutre, precisamente, de aquellos que durante años se han informado gracias a su labor.
Fue justamente su alto perfil la razón por la que fue puesto en confinamiento solitario durante los 11 días que duró en el centro de detención del ICE de Folkston. Allí, su compañero y amigo, el también periodista local Rafael Navarro, logró hablar con él y registró el encuentro. “Cuando me trajeron me dijeron eso, que me iban a colocar en este lugar porque yo era una persona muy conocida y no querían que alguien me fuera a querer hacer algún daño, pero aquí es donde traen a las personas que están castigadas, esas son las celdas de castigo”, le dijo a Navarro.
Solo tenía interacción con los guardias durante 21 horas diarias en su celda solitaria iluminada permanentemente. “Pero tengo mi baño privado”, todavía bromeó con su amigo. Las otras tres horas del día eran para lavar el uniforme y hacer ejercicio. Una noche, le contó a Navarro, se despertó y a pesar de las luces brillantes veía solo negro a su alrededor y pasó por lo que parece ser un ataque de pánico. “Me voy a volver loco”, le confesó a su amigo. La psicóloga que lo visitó en la celda le dijo que era simplemente estrés de encarcelamiento y que meditar u orar le harían bien.
Actualmente, no se sabe en qué condiciones está siendo detenido, pero el calvario que ha sufrido en las últimas semanas, y que no parece tener un fin claro, está confirmando los peores augurios. Ya el pasado 20 de junio, el Committee to Protect Journalists, junto con una coalición civil y de medios, expresó su alarma por la detención de Guevara en una carta dirigida a la Secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem.
“Si el caso de Guevara prospera, representaría una nefasta erosión tanto de la libertad de prensa como del Estado de derecho. Periodistas que no son ciudadanos estadounidenses podrían correr el riesgo de ser deportados únicamente porque las fuerzas del orden locales presentaron cargos por delitos menores contra ellos como represalia por informar, sin que esos cargos fueran nunca juzgados en un tribunal”, señala la misiva. Asimismo, varios medios locales en español a lo largo del país han denunciado intimidación y un aumento en los mensajes racistas y xenófobos que reciben.
A pesar de su convicción profesional, Guevara lleva mucho tiempo con esa nube sobre la cabeza. En un corto documental que le hizo el New York Times hace unos años llamado “Boca del Lobo” Guevara hablaba del miedo. “Hay gente que no sale a trabajar ni manda a sus niños a la escuela después de un operativo en su vecindario. Ese miedo no los deja seguir con su vida normal. Yo entiendo el miedo. A veces yo pienso que voy a ser el próximo”.