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Los Salmones Se Vuelven Más Atrevidos Al Migrar Por Los Ansiolíticos Que Contaminan Los Ríos

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Es uno de los comportamientos más fascinantes de la vida animal: tras años en el mar, los salmones adultos regresan al río en el que nacieron para aparearse, desovar y morir. Pero primero tuvieron que hacer el camino contrario, de los ríos a los mares. Un viaje de juventud en el que los juveniles, llamados smolts, sufren una enorme transformación para adaptarse al entorno salino. Durante ese viaje de ida tan peligroso —que solo completan unos pocos—, se mueven en bancos para defenderse de truchas, lucios y otros depredadores. Además, tienen que superar las presas y embalses que los humanos han puesto en su camino. Ahora, un trabajo publicado en Science los ha seguido en su migración para comprobar cómo la exposición a nuestros medicamentos, vertidos en las aguas, los vuelve más atrevidos. Esa osadía eleva sus posibilidades de llegar al océano y esto puede alterar el equilibrio ecológico de su especie, Salmo salar.

Enormes cantidades de medicamentos acaban en los ríos de todo el mundo. Aun después de tratarlas, en las aguas residuales hay decenas de principios activos, a veces con concentraciones muy elevadas. En Europa, por ejemplo, el madrileño río Manzanares es el que más se acerca a una farmacia fluvial. Trabajos anteriores habían demostrado cómo, incluso a bajas concentraciones, los fármacos (y también las drogas ilegales) están alterando las algas, bacterias e insectos que son la base de la vida fluvial. Más recientemente, otro estudio demostró que incluso hay peces que se vuelven adictos a las metanfetaminas vertidas en los ríos. Sabiendo todo eso, ¿cómo no preguntarse por el impacto en una especie tan relevante, ecológica y comercialmente, como es el salmón atlántico?

Un amplio grupo de científicos ha realizado uno de los mayores experimentos para averiguarlo. Había ya unos cuantos estudios en el laboratorio, pero este ha sido en un río (el Dal, en Suecia), con centenares de salmones que en su migración hacia el mar Báltico tuvieron que pasar por un embalse, un tramo de rápidos y dos presas hidroeléctricas, además de escapar de su mayor depredador: los lucios. En dos campañas, 2020 y 2021, se colocó un implante de liberación lenta de fármacos a varios centenares de juveniles a punto de iniciar su migración. A unos les administraba clobazam, un ansiolítico del grupo de las benzodiacepinas. En otros, el implante contenía tramadol, un analgésico opioide, un tercer grupo recibía una combinación de ambos y, por último, varias decenas de ellos no recibieron nada, sirviendo como control del experimento. De forma paralela, todos los ejemplares llevaban un transmisor pasivo para rastrear su movimiento con un identificador único para cada pez.

“Las benzodiacepinas, como el clobazam, y los analgésicos opioides, como el tramadol, presentan interacciones químicas negativas bien documentadas cuando se prescriben conjuntamente a pacientes humanos”, recuerda Jack Brand, investigador de la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas (USCA) y primer autor del estudio. “Se podría esperar que afecten negativamente a la fauna silvestre al exponerla de forma simultánea. Por esta razón, incluimos una combinación de clobazam y tramadol como uno de nuestros tratamientos”, añade. La dosis que liberaban los fármacos era similar a la encontrada en los ríos. “De hecho, el análisis del cerebro, los músculos y el hígado de los peces expuestos en nuestro estudio confirmó que los niveles detectados eran ambientalmente realistas”, completa Brand.

Uno de los obstáculos que deben superar los juveniles es la presa de Älvkarleby. Con 23 metros de caída, los salmones deben pasar por una de sus seis turbinas.

A lo largo de los kilómetros que había entre el punto de partida y la desembocadura, ya en el Báltico, los investigadores colocaron una serie de detectores. Combinado con los transmisores que llevaban los peces, eso les permitió ver cuántos llegaron al mar o el tiempo que pasaron en cada etapa de su viaje. El primer gran obstáculo es la presa de Lanforsen, con 10 metros de caída. Pero lo peor es que es antigua y no tiene vías de salida para los peces como tienen las presas más modernas. “Tuvieron que pasar por las turbinas para poder atravesar las presas en su camino hacia el mar”, cuenta el investigador de la USCA. Es, sin duda, el momento de mayor estrés del viaje.

Los juveniles no expuestos a ningún fármaco tardaron casi ocho horas en armarse de valor para entrar en una de las cuatro turbinas. Sin embargo, los dopados con clobazam, pasaron la presa en menos de tres horas. Los que más tardaron en cruzarla fueron los que recibían dosis de tramadol, el opioide. La misma historia sucedió con la siguiente, la de Älvkarleby, con una caída de 23 metros y seis turbinas: de nuevo, los que recibieron el ansiolítico fueron los más rápidos en cruzarla y por mucha diferencia.

Quedaba ver cómo les iba en su llegada al mar. En general, la migración desde el río de los smolts es una carnicería. No hay datos promedio, ya que depende de las condiciones de cada río —sus presas, sus depredadores, los obstáculos naturales o la duración del viaje—, pero trabajos anteriores han estimado que el parte de bajas oscila entre el 0,3% y el 7% de los salmones por kilómetro. El viaje por el Dal debió ser muy duro, la mayoría de los juveniles se quedaron en el camino. Pero vieron diferencias según estuvieran expuestos a un fármaco o no. El 89% de los peces expuestos al tramadol no llegaron al mar. Los del grupo de control tuvieron una ratio de supervivencia similar, cercana a un 10%. Sin embargo, llegó el 15% de los que tenían clobazam en su implante de liberación lenta: eso es un 50% más de supervivientes.

Los salmones jóvenes, llamados smolts, sufren una profunda transformación antes de iniciar su migración al mar. Arriba, un smolt; abajo, un salmón atlántico ya adulto.

Michael Bertram, profesor del departamento de estudios ambientales, vida silvestre y pesca de la USCA es el autor sénior de esta investigación. Y para él, que un ansiolítico haga que lleguen más salmones al mar no es bueno: “Si bien el mayor éxito migratorio del salmón expuesto al clobazam podría parecer beneficioso, es importante comprender que cualquier cambio en el comportamiento natural y la ecología de una especie puede tener consecuencias negativas más amplias, tanto para dicha especie como para la fauna silvestre circundante”.

El equilibrio ecológico de una especie y con las que interacciona es algo que se ha fraguado durante miles o millones de años. “Incluso las consecuencias conductuales que inicialmente parecen beneficiosas, como un paso más rápido a través de presas hidroeléctricas, pueden conllevar costes ocultos”, añade Bertram. Y pone un ejemplo: “Una alteración en el calendario migratorio podría provocar que los peces lleguen al mar en condiciones subóptimas o aumentar su exposición a depredadores y otros peligros”. Para el profesor, con el tiempo, “estos cambios sutiles pueden alterar la dinámica poblacional e incluso potencialmente alterar el equilibrio del ecosistema”.

Un último experimento refuerza esta idea. En el laboratorio, los investigadores expusieron a grupos de salmones a distintas dosis de clobazam (0 microgramos por gramo, 50 y 150) y los pusieron en piscinas transparentes pegadas a otras donde había lucios, lo que debía de provocarles terror. Comprobaron que los que no iban dopados se mantenían juntos en el banco. La agrupación en cardúmenes es la principal estrategia de supervivencia de los peces pequeños. En cuanto a los que recibieron el ansiolítico, ya con la dosis más baja, los smolts se separaban del grupo, teniendo el banco un área más grande y con mayor distancia entre ellos. Esto confirmaría que el fármaco altera la conducta de los salmones, afectando a su toma de decisiones, volviéndolos más arriesgados.

Eva Thorstad, del Instituto Noruego para la Investigación de la Naturaleza y especializada en salmónidos, es la que facilitó los datos sobre la baja ratio de supervivencia de los smolts en su migración. No relacionada con este trabajo, destaca de él su solidez y cómo muestra que los fármacos pueden afectar al comportamiento y “la supervivencia del salmón del Atlántico en estado salvaje”. También destaca que se haya hecho en un río, no en el laboratorio. Y teme que sus resultados puedan extenderse también a otras especies de peces.

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El Turismo Busca Dar Respuesta A La Pregunta De Cada Verano: “¿Aceptan Mascotas?”

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Todos los años, la misma pregunta. A medida que se acerca la Semana Santa y la temporada de verano, miles de dueños de mascotas empiezan los preparativos y repiten la misma consulta ante hoteles, dueños de restaurantes y turoperadores: “¿Aceptan mascotas?”. Los datos de Google, el primer paso de cualquier búsqueda, lo confirman: las consultas sobre las políticas de los establecimientos comienzan a dispararse a partir de junio de cada año y, en agosto de 2024, alcanzaron su punto máximo. Hoteles, apartamentos, campings y restaurantes reciben, además, múltiples consultas en sus canales directos.

“Hay un impulso cada vez mayor y más empresas interesadas”, apunta Pablo Muñoz Gabilondo, cuidador y responsable del proyecto ‘Pipper on Tour’. Este Parson Russell Terrier de nueve años lleva recorriendo España desde 2018, dando forma a una comunidad de más de 100.000 seguidores en Instagram que lo ha catapultado hasta un programa semanal propio que se emitió entre 2023 y 2024 en La 2 de TVE. “España viene atrasada en cuanto a considerar al animal como uno más de la familia, pero esto hoy ya es una realidad: ya hay más mascotas que niños”, asegura. Según un informe de Funcas, elaborado a partir de datos de Eurostat, hay en el país seis animales de compañía por cada menor de cuatro años.

Aunque no existen cifras oficiales, las estimaciones sobre los alojamientos que reciben perros, gatos y otros pequeños animales coinciden en que estas van en aumento. Las firmas del sector estiman que casi uno de cada tres establecimientos en Booking.com se oferta como pet friendly, un poco por detrás del promedio europeo. Sin embargo, detrás de esta etiqueta aparece una amplia variedad de alternativas, ya que cada firma se reserva el derecho de cobrar suplementos (que llegan a superar los 40 euros por noche en algunos casos) o imponer condiciones y requisitos a los propietarios de las mascotas.

La oferta de soluciones para los visitantes que no quieren dejar a su mascota en casa también aparece como una forma de diferenciación para muchas cadenas. “Recibimos 210 mascotas en todo 2024″, apunta Toni García, gerente del hotel Casual Ibira en Granada. Este hotel destaca que “solo una vez” tuvieron que contactar a los dueños de un perro por los ruidos molestos del animal, pero que la mayoría de las estancias no generan ningún problema. La llegada de estos visitantes de cuatro patas sí genera algunos cambios en la operación, como un proceso de limpieza de la habitación que puede ralentizarse hasta 10 minutos, para lo cual se agregan nuevos dispositivos de mayor potencia que aseguren la limpieza. Pese a estas inversiones, la cadena de origen valenciano no cobra ningún coste adicional por venir acompañado a cualquiera de sus 41 habitaciones en la ciudad granadina.

Detrás de la introducción de estas opciones hay un claro cálculo empresarial. “Los viajeros que eligen alojamientos pet friendly suelen invertir más en su estancia, ya sea en suites más amplias o en servicios adicionales, lo que impacta positivamente en el gasto medio por huésped”, comentan desde Palladium Hotel Group. Desde esta cadena aseguran que la evolución de estas ofertas incluirá nuevas experiencias personalizadas para perros y gatos y tratamientos de bienestar, “como si las mascotas fueran un huésped más”.

El creciente interés también ha permitido la aparición de alternativas donde ellos son los protagonistas principales. Ricardo Alonso, uno de los socios detrás de Guauqueviajes, la primera empresa en España en ofrecer propuestas turísticas pensadas para perros y sus dueños, comenta: “El cambio ha sido bastante fuerte desde que empezamos. Se notan ya bastantes diferencias: cada vez vienen más hombres; antes solo eran mujeres o parejas que querían venir con sus perros”, señala Alonso, quien precisa que los visitantes valoran que la mascota sea tratada como “un miembro más de la familia”. Otro de los cambios que destaca Alonso es la transformación en los propios perros. “Al principio venían perros de tienda; ahora, el 90% son adoptados o encontrados, lo que nos habla de una creciente concienciación por parte de los dueños”, destaca.

Las soluciones pet friendly también se han colado en el mundo del lujo. “Las mascotas son parte de la familia y, por supuesto, deben sentirse igual de bienvenidas que cualquier huésped”, comenta Azahara Cavanillas, responsable de marketing del Kimpton Aysla Mallorca, un lujoso resort boutique ubicado en Mallorca. En este caso, además de las propuestas usuales para simplificar el viaje, se ofrecen algunas soluciones que, de momento, pocos alojamientos brindan. “Contamos con pienso gratuito disponible en recepción, por si algún cliente olvida traer el suyo. Y si necesitan una opción especial, nuestro equipo de cocina puede preparar comida natural adaptada a sus necesidades”, asegura Cavanillas.

Una foto facilitada por Casual Hotels.

Los sí y los no de viajar con mascotas, según la Ley de Bienestar Animal

  • La norma establece que, de viajar en coche, las mascotas no pueden viajar sueltos, por lo que se debe de disponer de alguna forma de sujeción obligatoria o, si se prefiere, de un transportin específico. Perros y gatos tampoco pueden permanecer solo en el vehículo si la temperatura exterior puede poner en peligro su salud.
  • En caso de dejar al pequeño compañero en casa, algo que sucede a menudo con los gatos, los mismos no deben permanecer más de 72 horas consecutivas solos.
  • De acuerdo a la normativa, los animales no podrán acceder a las cocinas, despensas u otras zonas de los restaurantes o alojamientos destinadas a cocinar o a guardar los alimentos. Sin embargo, su presencia en otras zonas comunes depende exclusivamente de la voluntad del establecimiento. Sin embargo, la ley establece que, de limitar la entrada, cada espacio deberá contar con un distintivo visible desde fuera. Es decir, no basta con solo informarlo a los clientes, sino que se debe anunciar expresamente.
  • Además, un consejo que se repite entre los encargados de establecimientos hoteleros y apartamentos turísticos, es no olvidar la cartilla veterinaria o pasaporte sanitario del animal, donde constan los datos del mismo y su pauta de vacunación. Sin el mismo, por ejemplo, los animales no pueden salir de España a ningún país vecino.

Los puntos débiles

Los cambios que ha sufrido el sector no implican que no haya desafíos aún pendientes. Moverse por España con un perro si no se dispone de coche puede ser una tarea algo desafiante. “La gente no quiere meter al perro en una bodega, y esto limita las ofertas disponibles”, destaca Alonso. De momento, en trenes de alta velocidad, solo Renfe permite viajar con perros de hasta 40 kilos en algunas líneas seleccionadas, aunque exige el abono de un extra de 35 euros al comprar el billete, dentro de lo que la operadora pública define como una “prueba piloto”. Las otras dos operadoras ferroviarias, Iryo y Ouigo, permiten únicamente el viaje con animales pequeños que no pesen más de 10 kilos.

Estas limitaciones, afirman desde el sector turístico, restringen la llegada de turistas (y mascotas) de países vecinos. García comenta que, de los turistas con mascotas, el 54% fueron extranjeros, de los cuales alemanes, italianos y británicos representan casi el 18%.

Algo similar ocurre en el aire, donde las aerolíneas imponen un límite de peso para llevar a los animales en cabina. Por su parte, algunas aerolíneas low cost, como Ryanair y Wizz Air, no permiten transportar animales salvo que sean de asistencia o lazarillo. En autobús, las empresas no informan de ninguna opción que no sea transportar a las mascotas en la bodega.

A los inconvenientes en el transporte se suman las actividades a realizar, que, sobre todo en entornos urbanos, presentan contratiempos. Por ejemplo, en el caso de Granada, su gran atracción turística, la Alhambra, no admite mascotas, a excepción de perros guía o de asistencia social, así como los animales de apoyo a los servicios de seguridad.

Desde Civitatis, que cuenta con más de 91.000 propuestas en todo el mundo, destacan que el 23% de sus visitas en España son pet friendly. Esto, sin embargo, no soluciona los contratiempos de algunas paradas donde las mascotas aún no pueden acceder, como museos, patrimonios históricos y algunos restaurantes. La nueva ley de bienestar animal, aprobada en 2023, prohíbe a los responsables dejar atados fuera a los perros, pero solo especifica que los establecimientos “puedan facilitar” su entrada, a elección de los propietarios. Sin embargo, cuando se mira por comunidad, autonomías como Aragón prohíben de forma total el acceso de perros y gatos a espacios de comida.

El ‘no’ a las mascotas va más allá de los espacios privados en grandes ciudades. “Me ha pasado de estar con Pipper en Peñíscola en pleno invierno y que la policía estuviera controlando que no haya perros en las playas vacías”, apunta Muñoz Gabilondo. “España tiene una oferta de sol y playa brutal, pero aún hay pocas que admitan perros”, confirma.

La pregunta que se hacen en el sector es si, una vez resueltos los detalles normativos, este segmento turístico se inclinará hacia propuestas generales o, por el contrario, se convertirá en una alternativa de nicho. Esto no sería una sorpresa y repetiría lo que algunos hoteles ya hacen con la etiqueta adults only. De momento, los pequeños (y no tan pequeños) compañeros de cuatro patas avanzan rápidamente en todas las capitales turísticas españolas y del extranjero. Aunque el pasaporte sanitario no cuenta con espacio para estampas de cada destino, perros y gatos quedan inmortalizados en las fotografías de sus dueños.

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