Stanley Fischer, uno de los economistas más influyentes del mundo en las últimas décadas, murió este sábado a los 81 años, según informó el Banco de Israel. Fischer tuvo una doble carrera. Como académico, formó a generaciones de economistas tanto en sus clases de la Universidad de Chicago y del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) como a través de sus libros, especialmente su manual de 1978 Macroeconomía, que escribió junto a su colega Rudi Dornbusch. Como responsable político, ocupó entre otros los puestos de número dos del Fondo Monetario Internacional (FMI), gobernador del Banco de Israel y vicepresidente de la Reserva Federal.
Dirigió la tesis doctoral de Ben Bernanke, que más tarde se convertiría en presidente de la Reserva Federal y consideraba a Fischer su mentor. También tuvo entre sus alumnos en el MIT a Mario Draghi, futuro presidente del Banco Central Europeo y primer ministro de Italia; Lawrence Summers, que ocupó el cargo de secretario del Tesoro de Estados Unidos con Bill Clinton como presidente; Greg Mankiw, que dirigió el Consejo de Asesores Económicos del presidente George W. Bush; Kazuo Ueda, nombrado gobernador del Banco de Japón en 2023, y dos economistas jefe del FMI, Olivier Blanchard y Maurice Obstfeld.
“Stan fue mi mentor y mi amigo. Era un economista excepcional, un político destacado, pero, lo que es más importante, un gran ser humano. Ciencia, compromiso, honestidad y humildad al servicio de la humanidad”, escribió este domingo Blanchard en la red social X. En 2023, el propio Blanchard, que publicó un libro de macroeconomía en 1989 junto a su maestro, escribió sobre él: “Es difícil pensar en otro macroeconomista vivo que haya tenido tanta influencia directa e indirecta, a través de sus propias investigaciones, sus alumnos y sus decisiones políticas, en la política macroeconómica de todo el mundo”.
Fischer nació en Lusaka, Zambia, en octubre de 1943, en el seno de una comunidad de judíos de origen báltico que habían emigrado al sur de África. Obtuvo su licenciatura y su máster en Economía en la London School of Economics. En 1969, se doctoró en Economía por el Instituto Tecnológico de Massachusetts.
Fue profesor de Economía en el MIT de 1977 a 1999 y profesor asociado de 1973 a 1977. Antes de incorporarse al cuerpo docente del MIT, fue profesor adjunto de Economía y becario posdoctoral en la Universidad de Chicago. En paralelo, de enero de 1988 a agosto de 1990, fue economista jefe del Banco Mundial. Ocupó el cargo de primer subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional desde septiembre de 1994 hasta agosto de 2001, cuando dimitió. Como número dos de Michel Camdessus en el FMI, le tocó lidiar con crisis financieras en México, Rusia, Brasil, Tailandia, Indonesia y Corea del Sur. Al dejar el organismo internacional, fue vicepresidente de Citigroup desde febrero de 2002 hasta abril de 2005.
Tenía doble nacionalidad estadounidense e israelí desde que en 2005 fue nombrado gobernador del Banco de Israel, cargo que ocupó hasta 2013. El banco central de Israel fue el primero en recortar los tipos de interés en 2008, al inicio de la crisis económica mundial, y el primero en subirlos al año siguiente en respuesta a los signos de recuperación financiera. Décadas antes formó parte del equipo de economistas que elaboró el plan de estabilización que hizo frente a la crisis económica en Israel en 1985 y que sirvió para superar un prolongado período de crecimiento débil, inflación de tres dígitos y caída de las reservas de divisas.
“El profesor Fischer tuvo un gran impacto en la economía de Israel, tanto durante la década de 1980, cuando fue representante del Fondo Monetario Internacional en Israel y desempeñó un papel clave en la elaboración del Plan de Estabilización Económica de 1985, como más tarde, durante su mandato como gobernador, cuando dirigió una política económica responsable durante un período difícil, incluida la crisis financiera mundial de 2008″, recordaba el Banco de Israel este domingo en un comunicado.
Fischer se postuló como candidato para director gerente del FMI en 2011, tras la renuncia de Dominique Strauss-Kahn. “Ha surgido una oportunidad extraordinaria y no planeada, quizá la única que va a haber, y he tomado la decisión después de reflexionar mucho”, aseguró Fischer en un comunicado. Había dos obstáculos para ello: con 67 años, superaba el límite de edad de 65 años que se exigía y, además, el puesto está tradicionalmente reservado para un europeo. La elegida fue Christine Lagarde.
Tras dejar el Banco de Israel, Fischer fue nombrado por Barack Obama en 2014 vicepresidente de la Reserva Federal. Durante su mandato, ocupó el cargo de presidente del Comité de Estabilidad Financiera y del Comité de Seguimiento e Investigación Económica y Financiera. Representó a la Fed en el Consejo de Estabilidad Financiera, el Banco de Pagos Internacionales, el G20, el G7, el FMI y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Dimitió en 2017 para jubilarse, aunque en 2019 aceptó un papel como asesor de BlackRock. “Las agudas percepciones de Stan, basadas en toda una vida de ejemplar labor académica y servicio público, han contribuido de manera inestimable a nuestras deliberaciones sobre política monetaria. Ha representado al Consejo con distinción a nivel internacional y ha liderado nuestros esfuerzos para fomentar la estabilidad financiera”, afirmó la entonces presidenta de la Fed Janet Yellen, al anunciar su dimisión.
El 25 de abril de 1990 la electa presidenta de Nicaragua, Violeta Barrios de Chamorro, asumía el mandato en un país desgarrado por la guerra, sembrado de cadáveres y profundamente dividido entre sandinistas y opositores. La guerra entre contras y el ejército había segado más de 50.000 vidas y la pequeña nación estaba en bancarrota. Ese día, “llena de angustia en el corazón”, Chamorro hizo historia dentro y fuera al convertirse en la primera presidenta elegida en las urnas en América Latina y por llevar la paz a una Nicaragua cansada. Ese es el mayor legado de Chamorro, quien falleció en el exilio la madrugada de este sábado en Costa Rica a los 95 años tras una larga enfermedad, según informaron sus familiares.
“Doña Violeta”, como la llaman con cariño en Nicaragua, gobernó entre 1990 a 1997 y desde hace años sufría la represión del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. La mayoría de sus hijos han sido perseguidos sin descanso. Hace justo un año el aparato sandinista confiscó la casa de verano de Chamorro e inauguró un hotel-escuela para el sector turístico. Su fallecimiento ocurre con su país en plena deriva dictatorial, con Ortega —a quien ella sacó de la Presidencia a fuerza de votos— y su esposa aferrados al poder tras desatar una brutal represión de opositores, que se aceleró tras la oleada de protestas de 2018, y aniquilar a todas las voces críticas de la política, la sociedad civil, la prensa, los sectores profesionales y la Iglesia católica.
Chamorro (Rivas, 1929) nació en el seno de una familia de terratenientes. Estudió un periodo en Estados Unidos, pero tuvo que regresar a Nicaragua tras la muerte de su padre, Carlos Barrios. Se casó muy joven con quien sería el gran opositor de la dictadura somocista, el periodista Pedro Joaquín Chamorro. Doña Violeta contaba en sus memorias que pasó su juventud bajo la angustia del asedio, el encarcelamiento de su marido y el exilio.
Desde las páginas de La Prensa —el principal diario nicaragüense, con casi un siglo de historia—, Pedro Joaquín Chamorro lanzaba feroces críticas a la dictadura de los Somoza, que machacó Nicaragua durante más de 40 años y que lo tenía como la voz más incómoda. Chamorro fue asesinado en 1978 por sicarios a sueldo del régimen somocista cuando conducía su vehículo hacia la redacción del periódico. Su asesinato sentenció a la dictadura. Los funerales del periodista y opositor fueron apoteósicos y terminaron en una manifestación que exigía la caída del dictador, quien respondió ordenando una dura represión.
Comprometida con el legado de su marido, Violeta Chamorro participó activamente en la caótica política nicaragüense. En 1979 formó parte de la denominada Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, en la que también participaba el escritor Sergio Ramírez. Chamorro, sin embargo, abandonó la Junta en abril de 1980 por estar en desacuerdo con la línea socialista que más tarde se terminó imponiendo. Pasó entonces a la redacción de La Prensa, desde donde se convirtió en una voz crítica con el régimen sandinista, que elegiría a Daniel Ortega como líder.
El alineamiento de los sandinistas con Cuba y el bloque soviético durante la década de los pasados años ochenta levantó ampollas en Washington, que inició una política de agresión. El Gobierno de Ronald Reagan financió a la Contra —la guerrilla derechista que intentaba derrocar al régimen sandinista— y comenzó una cruenta guerra civil que se cobró la vida de decenas de miles de nicaragüenses, destrozó la economía del país y envío a otras decenas de miles de sus habitantes al exilio. Sumidos en la desesperación, los nicaragüenses exigían un cambio.
En mayo de 1989 se conformó la Unión Nacional Opositora (ONU), organización política de 14 partidos que pretendía derrocar electoralmente al sandinismo. Violeta Chamorro fue nombrada candidata de la coalición y se enfrentó a Ortega en las elecciones convocadas para febrero del siguiente año. Con un discurso de paz y reconciliación, Chamorro ganó contra todo pronóstico esas elecciones supervigiladas. “Me han votado porque tienen fe en un cambio profundo después de 50 años de somocismo y 10 de sandinismo. Y yo acepto ese voto, consciente de mi responsabilidad”, dijo entonces Chamorro en una entrevista en EL PAÍS con Miguel Ángel Bastenier. Aquel triunfo quedó registrado en la portada de su diario, La Prensa, con el siguiente titular: “Voto, Violeta, Victoria”.
Para los observadores de aquella caótica Nicaragua, el país se enfrentaba a la incertidumbre. Se le señala a Chamorro su inexperiencia, su falta de preparación académica, la posibilidad de que cedería el mando real a su asesor con amplios poderes Antonio Lacayo (casado con su hija Cristiana) y, por su puesto, el hecho de ser mujer. Así respondió a esas críticas en aquella entrevista: “Ya sé que dicen que soy completamente analfabeta, pero no me importa, por un oído me entra y por el otro me sale; yo mando en la UNO, y nadie me dice lo que tengo que hacer. Todo lo que se diga sobre si manda este o el otro es una tontería. A mis ministros los nombraré yo. Solo trato de ayudar a mi patria mejor de lo que lo hicieron ellos [los sandinistas], que trataron de comprar al pueblo con una regalía. Aquí la única que manda soy yo”.
Violeta Chamorro asumió la presidencia de Nicaragua el 25 de abril de 1990. La histórica foto en la que por primera vez en un siglo una presidenta democráticamente elegida recibía la banda de la Presidencia frente a miles de sus compatriotas marcó al país centroamericano, al enseñar a sus habitantes que las diferencias se podían resolver con democracia y no con balas.
“La patria que heredé era una sociedad desgarrada por la división. Los nicaragüenses no nos reconocíamos como hijos de una misma patria. Podían más los intereses partidarios que los legítimos intereses del pueblo. Como mujer pacífica que soy alejada de partidos políticos, no puedo negarles que sentí miedo ante los enormes retos de la gran misión que me había encomendado el pueblo nicaragüense”, explicó Chamorro en sus memorias. La Nicaragua que hoy la despide está en deuda con aquel legado. Ortega y Murillo han emitido este sábado un comunicado en el que reconocen que la figura de Chamorro “representó un aporte para la necesaria paz” en el país, aunque los copresidentes se arrogan ahora los méritos de esa paz cuando la realidad es que forzaron al exilio a la exmandataria.
La familia ha comunicado que informará en las próximas horas sobre la ceremonia religiosa que se realizará en San José, a donde fue trasladada ya muy debilitada en 2023, “para celebrar su vida de amor y generosidad con su familia y su querida patria Nicaragua”. “Sus restos descansarán temporalmente en San José, Costa Rica, hasta que Nicaragua vuelva a ser República, y su legado patriótico pueda ser honrado en un país libre y democrático. Agradecemos a los nicaragüenses, en todas partes del mundo, por sus oraciones y su solidaridad, y especialmente al pueblo y al Gobierno de Costa Rica, que la acogió durante estos últimos años de su vida”, señalaron los familiares.
Doña Violeta Chamorro murió en el exilio en Costa Rica, donde había vivido igualmente desterrada al final de los años cincuenta del siglo pasado, cuando acompañó a su esposo, el periodista Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en una huida a medianoche a través de las aguas del río San Juan, para ponerse a salvo de las garras de otra dictadura, la de la familia Somoza.
En la historia contemporánea de Nicaragua, signada por la opresión y la violencia, los presidentes civiles, respetuosos de las leyes y de la Constitución, son más que escasos, mientras abundan los tiranos que se enquistan en el poder decididos a sostenerse a cualquier costo, aún el de la sangre, y a heredarlo a sus hijos como se si tratara de un patrimonio personal. Triste historia repetida que ha atravesado la frontera del siglo veintiuno.
Doña Violeta ha sido una de esas excepciones, y la más notable de todas. No sólo fue la primera mujer en alcanzar la presidencia del país por el voto popular, sino que su triunfo se dio en medio de una guerra civil de una década que desangraba a Nicaragua, librada en una oscura esquina del tablero de la guerra fría, y cuando la revolución, de la que ella fue parte al inicio como miembro de la Junta de Gobierno que sustituyó a Somoza en 1979, había perdido el favor popular, como lo demostraron los resultados mismos de las elecciones.
Asumió la presidencia en medio de una feroz polarización que alcanzaba aún las filas de la coalición opositora que la llevó como candidata; acalló las voces que pedían venganza contra los derrotados, y consiguió en cambio la reconciliación, logró el desarme de los miles de combatientes de las fuerzas de la contra, sacó adelante la profesionalización del ejército, que hasta entonces era una fuerza militar del partido de gobierno, sanó una economía en números rojos, marcada por la inflación y la escasez, devolvió su papel constitucional a las instituciones del estado, y pudo imponerse ante los designios de Daniel Ortega, el candidato perdedor, que buscaba hacerle la vida imposible instigando huelgas y asonadas.
Su única herencia política era el martirio de su esposo Pedro Joaquín, asesinado a tiros de escopeta en una calle desolada de Managua en enero de 1978, una muerte que sacudió la conciencia del país y aceleró la caída de la dictadura de Somoza. Ella, marchando en plena calle rodeada de sus hijos en los funerales, se convirtió entonces en un símbolo del dolor y de la serenidad, pero también de la dignidad y de la entereza, y sobre todo, de resistencia ciudadana.
En la campaña electoral se presentó en las tribunas en muletas, por un accidente que había sufrido, y recorrió el país vestida de blanco, la imagen de una mujer frágil que hablaba frente a audiencias modestas, lo que se vio erróneamente desde la tienda contraria como una debilidad, junto con su falta de experiencia política. En las encuestas de opinión nunca apareció a la cabeza, en tanto el Frente Sandinista lograba reunir multitudes; pero la lección final fue que nunca se supo leer el voto oculto, que la favoreció con creces, y que no es lo mismo llenar plazas de gente que llenar de votos las urnas.
Con persuasión, sencillez, hablando a la gente a su propia manera, con sentido común, supo conducir a Nicaragua a lo largo de los seis años que duró su presidencia por un camino de tolerancia, de busca de entendimiento, de reconciliación, todo lo cual dejó una huella singular y que debió volverse perdurable en las instituciones, y en los mecanismos de la vida democrática.
A esa sencillez republicana, que nunca tuvo dobleces, se mantuvo fiel en su vida privada, ajena al boato y al incienso. Fue de esos presidentes austeros que ya poco se ven, y parecieran pasados de moda, como aquello de que los domingos iba a misa en su propio carro porque no era un acto oficial para usar el de la presidencia; o el hecho de vivir siempre en su misma casa del barrio Las Palmas, entre los recuerdos de su esposo asesinado, y adonde siguió viviendo hasta su salida final a Costa Rica.
Tocó, por desgracia, que las siguientes elecciones de 1996, igualmente libres, y eso era ya una conquista, tener elecciones democráticas sucesivas, las ganara Arnoldo Alemán, que entronizó la corrupción y degradó las instituciones para terminar abriendo las puertas del poder dictatorial a Daniel Ortega, a través de un espurio pacto político cuyas tristes consecuencias Nicaragua sigue pagando.
Cuando las cenizas de doña Violeta vuelvan a su patria, será porque las sombras que hoy oscurecen al país se habrán disipado, y entonces su retorno será una celebración de la democracia y de la libertad, y la prueba de que Nicaragua ha vuelto a ser república, como quería Pedro Joaquín y lo quiso ella.
Dos congresistas estatales del Partido Demócrata en Minnesota fueron tiroteados este sábado en sus casas en Champlin y Brooklyn Park, al norte de Minneapolis, según informaron las autoridades. Se trata de Melissa Hortman, que murió en el ataque junto a su marido, Mark; y de John Hoffman, que resultó herido. La esposa de Hoffman, Yvette, también sufrió heridas. El gobernador de Minnesota, Tim Walz, consideró el tiroteo un acto dirigido de “violencia política”. “El diálogo pacífico es la base de nuestra democracia. No resolvemos nuestras diferencias con violencia ni a punta de pistola”, dijo. El sospechoso permanece huido.
El ataque se produce en medio de un clima de alta tensión política y social en Estados Unidos, con un nivel de polarización creciente entre los partidarios del presidente, el republicano Donald Trump, y sus detractores, que lo acusan de haber caído en una deriva autoritaria y de demonizar a sus adversarios.
Hortman era la máxima líder demócrata en la Asamblea Legislativa del Estado y antigua presidenta de la Cámara de Representantes estatal. Fue elegida por primera vez en 2004. Era abogada y tenía dos hijos. Hoffman, también demócrata, fue elegido por primera vez en 2012. Dirige Hoffman Strategic Advisors, una empresa de consultoría. Anteriormente, fue vicepresidente de la Junta Escolar de Anoka Hennepin, que gestiona el distrito escolar más grande de Minnesota. Hoffman está casado y tiene una hija.
Drew Evans, superintendente de la Oficina de Detención Criminal, dijo que las autoridades están buscando al sospechoso, que llevaba uniforme de agente de la ley. El sospechoso disparó a los agentes que llegaron a casa de uno de los legisladores. En su vehículo se halló un manifiesto y una lista con decenas de objetivos, entre los que estaban los congresistas tiroteados este sábado, otros legisladores y activistas en favor del aborto.
“El sospechoso se aprovechó de la confianza [de las víctimas] en nuestros uniformes y lo que representan”, dijo Bob Jacobson, comisionado de seguridad pública de Minnesota. “Esta traición es profundamente perturbadora para aquellos de nosotros que llevamos la placa con honor y responsabilidad”, añadió. Las autoridades están trabajando para esclarecer el motivo de los ataques, pero aún se encuentran en las primeras etapas de la investigación.
El ayuntamiento de Brooklyn Park pidió a los ciudadanos que permaneciesen en sus hogares dentro de un radio de tres millas alrededor de un campo de golf local mientras se busca al sospechoso, “armado y peligroso”, según indicó en su cuenta de la red social Facebook. “El sospechoso es un hombre blanco, cabello castaño, viste chaleco antibalas negro sobre una camisa azul y pantalones azules, y podría hacerse pasar por un agente de la ley”, advirtió. Posteriormente, fue identificado como Vance Boelter, de 57 años. Boelter fue nombrado para un consejo estatal por Walz en 2019 y había trabajado después para una firma de seguridad.
Las autoridades han pedido a los ciudadanos de Minnesota que eviten las protestas contra el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, convocadas para este sábado bajo el lema No Kings (No a los reyes), coincidiendo con la celebración en Washington del primer desfile militar desde 1991. En su mensaje hay una fotografía de octavillas con ese lema en el asiento de un coche, aparentemente el del sospechoso. La organización canceló las protestas en Minnesota ante la recomendación de las autoridades.
El pretexto del desfile es el 250º aniversario del Ejército, pero coincide con el 79º cumpleaños de Trump, que lleva encaprichado con una parada militar desde su primer mandato y ha aprovechado la coincidencia entre las críticas de la oposición demócrata. El desfile llega además cuando Trump ha movilizado al Ejército para reprimir las protestas de Los Ángeles contra su política migratoria.
“Estamos aquí hoy porque se ha producido una tragedia indescriptible en Minnesota”, dijo Walz en la rueda de prensa. “Mi buena amiga, una nueva colega, la presidenta Melissa, y su marido Mark, han sido asesinados a tiros esta misma mañana en lo que parece ser un asesinato por motivos políticos. Nuestro Estado ha perdido a una gran líder y yo he perdido a una amiga desde hace años. La presidenta Hortman era alguien que servía al pueblo de Minnesota con elegancia, compasión, humor y sentido del servicio. Era un cargo público formidable, una figura destacada y un gigante en Minnesota, se despertaba cada día decidida a hacer de este Estado un lugar mejor. Es irremplazable”, añadió.
“Mis oraciones también están con el senador estatal John Hoffman y su esposa, que recibieron múltiples disparos. Los Hoffman han salido de quirófano y están recibiendo atención médica, y somos cautelosamente optimistas de que sobrevivirán a este intento de asesinato”, señaló el gobernador.
“Nos oponemos a todas las formas de violencia política”, insistió Walz. “Este trágico acto aquí en Minnesota debe servirnos a todos como recordatorio de que la democracia y los debates en las cámaras del Congreso, en las cámaras estatales, en las juntas escolares, son una forma de resolver nuestras diferencias de manera pacífica y llevar a la sociedad a un lugar mejor”, añadió.
Trump, que fue objeto de dos intentos de asesinato el año pasado, se refirió a los atentados a través de Truth, su red social. “He sido informado sobre el terrible tiroteo que tuvo lugar en Minnesota, que parece ser un ataque dirigido contra legisladores estatales. Nuestra fiscal general, Pam Bondi, y el FBI están investigando la situación y procesarán a cualquier persona involucrada con todo el peso de la ley. No se tolerará tal violencia atroz en los Estados Unidos de América”, escribió.
“Esta mañana, Minnesota se despertó con la noticia de un brutal acto de violencia contra funcionarios públicos. Me entristece profundamente saber que nuestra presidenta de la Cámara de Representantes, Melissa Hortman, el senador John Hoffman y sus cónyuges han recibido disparos. He trabajado estrechamente con estos excelentes legisladores durante muchos años. Archie y yo agradecemos la increíble respuesta de las fuerzas del orden y esperamos que todos estén bien hoy”, tuiteó la senadora federal Tina Smith.