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Casa Blanca

Trump Prorroga El Plazo Para Resolver El Futuro De TikTok

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El presidente de EE UU, Donald Trump, ha vuelto a prorrogar el plazo para encontrar un comprador estadounidense para la plataforma de vídeos cortos TikTok, propiedad del gigante tecnológico chino ByteDance. La extensión, de 90 días, expirará el próximo 17 de septiembre.

Una ley aprobada el año pasado en el Congreso de EE UU con el respaldo de republicanos y demócratas obliga a ByteDance a vender TikTok a un comprador en Estados Unidos o resignarse a que la popular plataforma quede prohibida en este país. Cerca de 70 millones de estadounidenses, la gran mayoría menores de treinta años, son usuarios de esta red social.

La ley se aprobó por las preocupaciones a que la plataforma pudiera entregar datos de sus usuarios estadounidenses a las autoridades chinas, o diseminar contenido propagandístico de manera difícil de detectar.

Originalmente la ley establecía el día 19 de enero como último día para iniciar el proceso de venta. Pero la medida también daba potestad al presidente estadounidense para que ampliara el plazo hasta noventa días, si para entonces las negociaciones de traspaso se encontraban lo suficientemente avanzadas.

Para entonces no había ofertas claras sobre la mesa. ByteDance había alegado que deshacerse de TikTok y que la red social pudiera mantenerse en pie era imposible. También opinaba que cerrar la plataforma violaba el derecho a la libertad de expresión, consagrado en la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense. El Tribunal Supremo había rechazado sus argumentos.

Pero Trump juró el cargo el 20 de enero y, tras haber hablado en vísperas de su investidura con el presidente chino Xi Jinping prorrogó el plazo hasta abril para dar tiempo a encontrar a interesados que quisieran comprar la plataforma.

En abril parecía que el acuerdo se encontraba a un paso, pero los desacuerdos entre Estados Unidos y China en torno a la política arancelaria de Trump frustaron los contactos. Entonces, la Casa Blanca amplió de nuevo el plazo hasta junio.

El presidente estadounidense, que logró ampliar su porcentaje de voto entre los jóvenes en parte gracias a la distribución de mensajes en TikTok, sostiene que quiere mantener la aplicación operativa.

En un comunicado, la aplicación expresa su agradecimiento al respaldo de Trump: “estamos agradecidos al liderazgo del presidente y a su apoyo para garantizar que TikTok continúa operativo”, explica la empresa encabezada por el singapurés Shou Zi Chew. La plataforma indica que continúa la colaboración con la oficina del vicepresidente J.D. Vance para tratar sobre su futuro.

La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, confirmaba la prórroga este jueves en su rueda de prensa semanal. “Es más tiempo para llegar a un buen acuerdo”, subrayaba. “El presidente Trump no quiere que TikTok se apague”

America

Netanyahu Anuncia Durante Una Visita A La Casa Blanca Su Nominación De Trump Para El Nobel De La Paz

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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se vieron este lunes en Washington en una reunión, la tercera entre ambos desde el regreso del republicano al poder en enero, celebrada con la urgencia de Trump por lograr que salga adelante el acuerdo de paz que propuso la semana pasada para poner fin a la guerra en Gaza. Este recibió a su invitado en el Salón Azul de la Casa Blanca para cenar alrededor de una mesa a la que se sentaron, a un lado, varios miembros de su Administración, y, al otro, la delegación israelí. Nada más comenzar, Netanyahu entregó a Trump una carta con la que claramente perseguía halagarlo. En ella, propone al presidente estadounidense para el premio Nobel de la Paz. Trump considera desde hace años que merece esa distinción.

“Está construyendo la paz alrededor del mundo, ahora mismo, mientras hablamos”, afirmó el primer ministro israelí, “[y lo está haciendo con] un país detrás de otro”. Netanyahu compartió con los periodistas, presentes durante unos 20 minutos antes de que comenzara la cena, que continuó a puerta cerrada, que ha enviado esa carta al comité noruego del Nobel.

Era la primera ocasión en la que ambos líderes se veían desde que el presidente de Estados Unidos ordenó hace algo de dos semanas un bombardeo de alto riesgo sobre tres instalaciones nucleares iraníes que rompió con cuatro décadas y media de política de contención estadounidense con el viejo rival. Y los dos coincidieron en vender esa operación militar como un éxito compartido. Una “victoria increíble” e “histórica”, según Netanyahu.

Era la primera vez en que ambos coincidían, también, desde que Trump anunció por su cuenta un alto el fuego de 60 días entre Israel y Hamás. Lleva días presionando a ambos enemigos para que firmen ese pacto y poder así apuntarse un tanto diplomático.

Netanyahu se mostró abierto a un acuerdo de paz, pero aclaró que este no puede incluir el reconocimiento del Estado palestino. “Construiremos la paz con nuestros vecinos, con aquellos que no quieren destruirnos”, dijo, “y construiremos una paz en la que nuestra seguridad, siempre esté en nuestras manos. Habrá quien diga: ‘No es un Estado completo. No es eso’; y no nos importa”.

Trump, que se hizo acompañar de algunos de los miembros de su Gobierno, como Steve Witkoff, su enviado a Oriente Próximo, o los secretarios de Estado y de Defensa, Marco Rubio y Pete Hegseth, consideró “que la situación en Oriente Medio se va a calmar bastante. [Los países de la región] Nos respetan a nosotros y a Israel”, añadió.

Entre los temas previstos para tratar en la cena en la Casa Blanca estaban, además de la brutal ofensiva militar en Gaza, el estado del programa nuclear iraní tras el final de la guerra lanzada por Israel −que Trump bautizó “de los 12 días”, por el tiempo que duraron los ataques cruzados entre ambos enemigos e iniciados por Netanyahu− y la situación general en Oriente Próximo. El presidente de Estados Unidos confía en que la demostración de fuerza en Irán empujará a otros países a sumarse a los Acuerdos de Abraham, que permitieron la normalización de las relaciones diplomáticas de varias capitales árabes con Israel al final de la primera Administración del republicano, durante la que Netanyahu visitó hasta en cinco ocasiones la Casa Blanca.

Expansión de los Acuerdos de Abraham

El primer ministro israelí cree que la guerra con Irán, que definió como una operación para extirpar “dos tumores” que amenazaban a su país (el “balístico” y el “nuclear), puede ser ”el principio de una expansión histórica de los Acuerdos de Abraham”. “[La milicia libanesa] Hezbolá ha sido doblegada. Irán está fuera de juego. Así que creo que esto presenta oportunidades para la estabilidad, la seguridad y, finalmente, la paz [en Oriente Próximo]. Hay mucho que perder si se regresa al conflicto, y mucho que ganar si se avanza hacia la paz”, agregó Netanyahu.

El primer ministro, Benjamín Netanyahu, con corbata roja, este lunes en Washington.

“Creo que estamos cerca de un acuerdo sobre Gaza. Podríamos lograrlo esta semana”, declaró Trump a la prensa el domingo pasado. “Hemos logrado la liberación de muchos rehenes, pero en cuanto a los que faltan, que son bastantes [unos 50, entre vivos y muertos], creemos que la lograremos esta semana”.

El presidente de Estados Unidos también dijo que su Administración está “trabajando en muchas cosas”. “Una de ellas es probablemente un acuerdo permanente con Irán. Tienen que renunciar a todo lo que ustedes conocen tan bien”, afirmó, sobre su programa nuclear, y reiteró, pese a que aún faltan pruebas que respalden esa aseveración que los ataques estadounidenses contra las tres instalaciones de almacenamiento y enriquecimiento de urano resultaron en una “destrucción total y completa”.

El encuentro entre Trump y Netanyahu se produjo al final de un día en el que se conocieron los planes israelíes de crear campamento en las ruinas de la ciudad de Rafah, al sur de Gaza, en el que obligar a asentarse a 600.000 gazatíes. Estas instalaciones estarían en principio destinadas para palestinos asentados en el campamento de Al Mawasi, en el suroeste de la Franja, un escenario habitual de los ataques de las tropas de ocupación.

“Si la gente quiere quedarse, podrá quedarse”, dijo Netanyahu a las preguntas de los periodistas sobre los planes anunciados por Trump para el futuro de Gaza, incluida la idea de convertir la Franja en un desarrollo urbanístico de lujo frente al mar (una especie de “Riviera” de Oriente Próximo, en la fantasía del promotor inmobiliario que sigue siendo el presidente estadounidense).

El primer ministro israelí dijo que el republicano había tenido una “visión brillante”, y elogió la sugerencia de que los gazatíes abandonen el territorio por completo. “Se llama libre elección. Pero si se quieren quedar, que se queden. Estamos trabajando con varios países para ver si encontramos a quienes los acojan. Queremos dar a los palestinos un futuro mejor”. Trump intervino entonces para decir que Estados Unidos está “viendo una gran cooperación de varios países del entorno”.

Estos días se ha sabido, gracias a una revelación del diario británico Financial Times, de la existencia de un proyecto para el futuro de la Gaza de la posguerra, que incluye la construcción de la “Trump Riviera” y de una zona industrial bautizada en honor de Elon Musk. En esa idea han trabajado un grupo de inversores israelíes, junto a la consultora estadounidense Boston Consulting Group y a un think tank británico asociado al ex primer ministro Tony Blair.

Un par de horas antes del comienzo de la cena en Washington, saltó la noticia de la muerte de al menos cuatro soldados israelíes en una emboscada en el norte de Gaza. Witkoff comentó que el suceso, que calificó de “muy trágico” en mitad de otra jornada letal para los palestinos, había centrado las primeras conversaciones de la velada, y dijo que espera que no entorpezca el alto el fuego, que confía en que “llegue muy rápido”.

Antes de verse con Trump, Netanyahu mantuvo reuniones con Rubio y con Witkoff, que además de enviado de Trump a Oriente Próximo es el redactor del plan de alto el fuego que ahora está encima de la mesa. Está previsto que el funcionario estadounidense viaje el viernes a Doha (Qatar) para participar en conversaciones sobre el posible alto el fuego y la liberación de los rehenes israelíes aún en manos de Hamás.

Protesta, este lunes, a las puertas de la Casa Blanca, contra Netanyahu.

La reunión de Trump y Netanyahu se siguió con máxima atención en Gaza, donde el número de muertos por la ofensiva militar israelí ya supera la cifra de 57.500, pero también en Irán, Yemen, Siria o Líbano, países cuyos equilibrios en la región se han visto afectados, por distintos motivos, desde el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023.

“Ya hemos transformado la faz de Oriente Próximo de forma irreconocible, y tenemos la oportunidad y la capacidad de transformarla aún más y lograr un gran futuro para el Estado de Israel, el pueblo israelí y toda la región”, señaló Netanyahu en un comunicado antes de viajar a Estados Unidos.

La propuesta de Trump cuenta con la colaboración de Qatar y Egipto, países en los que la Administración estadounidense confía para su éxito. El punto de partida es un alto el fuego de 60 días durante los que comenzaría un canje de unos 10 de los 20 rehenes que se cree que quedan con vida y de algunos de los 30 cadáveres aún en poder de Hamás. A cambio, Netanyahu liberará a un número más elevado, aún por determinar, de presos palestinos. La propuesta también estipula, según The Washington Post, que Hamás no podrá televisar, a diferencia de lo sucedido en intentos de paz anteriores, la entrega de los rehenes, y que el presidente estadounidense se reserva el tanto de anunciar el alto el fuego definitivo cuando este llegue.

La última tregua saltó por los aires el pasado marzo tras dos meses de calma, cuando Netanyahu ordenó retomar los ataques. De fondo, sigue estando la misma línea roja para Israel: quiere una tregua temporal y recuperar a los rehenes, pero su Gobierno no transige con un fin definitivo de la guerra. Hamás, por su parte, exige tanto ese fin, como el de la presencia de las tropas israelíes en Gaza.

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America

El Supremo De EE UU Limita El Poder De Los Jueces Para Oponerse A La Agenda De Trump En El Caso De La Ciudadanía Por Nacimiento

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El Tribunal Supremo de Estados Unidos concedió este viernes una victoria, otra, al presidente Donald Trump en un caso en el que se estudiaba el derecho a la ciudadanía por nacimiento. Era tal vez el más importante del curso judicial, que concluyó en una jornada frenética en la que se publicaron seis fallos. Sus nueve jueces no entraron a decidir sobre la constitucionalidad del decreto que Trump promulgó en su primer día de vuelta en el Despacho Oval para acabar con el derecho a la nacionalidad de cualquier persona nacida en Estados Unidos, sobre todo para los hijos de los inmigrantes que estén en el país en situación irregular, pero sí limitaron el poder de esos jueces para oponerse a su agenda.

Lo que buscaba la Administración de Trump era que el Supremo estudiara si las resoluciones de un magistrado federal —de, pongamos, Cheyenne (Wyoming)— que contradigan una decisión ejecutiva de un presidente —por ejemplo, Trump— deben tener efectos en todo el país, como hasta ahora, o solo para quienes presentaron la demanda.

Pues bien, el alto tribunal —en una decisión (6-3) de 119 páginas en la que sus miembros se muestran divididos ideológicamente; los seis conservadores a un lado, las tres liberales, al otro— decidió limitar el poder de esos jueces federales, unos 700 repartidos por todo Estados Unidos, y, como consecuencia, allanar, una vez más, la senda de la actual Administración, cuyos críticos denuncian que avanza hacia el autoritarismo.

A partir de ahora, cuando el hipotético magistrado de Cheyenne falle sobre una decisión ejecutiva debe aplicar su resolución “lo más estrechamente posible”, dice la sentencia, que considera que “probablemente esos jueces están llevando demasiado lejos el poder que les confiere el Congreso”.

La opinión mayoritaria la firma Amy Coney Barrett, una de las tres magistradas nombradas por Trump durante su primer mandato. La resolución también autoriza la entrada parcial del decreto que pretende acabar con la ciudadanía por nacimiento, recogida en la Constitución, en ciertas partes del país. Da, con todo, un plazo de 30 días para eso, lo cual abre la puerta a nuevas demandas, previsiblemente colectivas, que a buen seguro llegarán.

Trump reaccionó a la sentencia poco menos de una hora después de conocerse el fallo. “¡GRAN VICTORIA en el Tribunal Supremo de Estados Unidos!“, escribió en Truth Social (las mayúsculas, como siempre, son suyas). ”Incluso el fraude de la ciudadanía por nacimiento ha sido, indirectamente, duramente afectado. Se pensó para los bebés de esclavos, nada tiene que ver con la ESTAFA de nuestro proceso de inmigración”.

Un derecho reconocido en 1868

El presidente estadounidense se refería al origen de un derecho, reconocido en una enmienda a la Constitución promulgada en 1868, tres años después del final de la Guerra de Secesión, que puso fin a la institución de la esclavitud.

Trump aprovechó su mensaje en Truth para convocar de urgencia una comparecencia en la Casa Blanca en la que comentar el fallo, que definió ante los reporteros en la sala de prensa como una “victoria monumental para la Constitución, la separación de poderes y el Estado de derecho”. El presidente prometió seguir “luchando” para acabar con la ciudadanía por nacimiento y para lograr forzar la mano a quienes se oponen a su agenda.

Aprovechó para hablar de los inmigrantes indocumentados en su acostumbrado tono racista, y dijo que la resolución pone en su sitio a “los jueces izquierdistas radicales”, a los que definió como “una amenaza para la democracia”. “Están celebrando [la sentencia] por todo el país”, dijo, sin detallar dónde ni cómo se estaba escenificando ese júbilo. También agradeció a Barrett por escribir la opinión mayoritaria, que definió como “brillante”.

“Esos magistrados”, afirmó Trump, “me han tumbado más decisiones que en todo el siglo XX. Piénsenlo; es una locura”. Después tomó la palabra la fiscal general, Pam Bondi, que celebró, alzando la voz, el fin del “poder imperial de esos jueces liberales” y dio por hecho que en el próximo curso judicial, cuyo inicio está previsto para octubre, el Supremo decidirá sobre el asunto de la nacionalidad por nacimiento, que ahora han evitado. No está claro que algo así vaya a suceder.

“Farsa del Estado de derecho”

La opinión disidente corrió a cargo de Sonia Sotomayor, que definió la decisión de sus compañeros conservadores de bancada como “una farsa del Estado de derecho”. “Este”, escribe Sotomayor, “solo perdurará si quienes tienen la valentía suficiente en cada rama de la justicia luchan por su supervivencia. Hoy, el Supremo renuncia a su papel vital en ese esfuerzo”.

Para completar la imagen de la división y los matices en el seno del alto tribunal en un asunto ciertamente polémico basta indicar que el documento incluye otras dos opiniones más: la del conservador Brett Kavanaugh y la de la liberal Ketanji Brown Jackson; nombrada por Joe Biden, es la última en incorporarse a Supremo.

Puede resultar un asunto excesivamente técnico o un embrollo meramente procesal, pero se trata de una sentencia enormemente trascendental. No solo porque reequilibra la relación entre los poderes ejecutivo y judicial y cambia las reglas del juego de un sistema procesal a menudo incomprensible desde una óptica europea, sino también porque allana el avance de Trump por la senda de la ampliación del poder ejecutivo presidencial que ha seguido, ignorando a los otros dos poderes, durante los primeros cinco meses desde su regreso a la Casa Blanca.

En ese tiempo, el magnate republicano ha gobernado a base de decretos y de órdenes ejecutivas, que en unas 40 ocasiones le han parado los jueces federales repartidos por todo Estados Unidos, un país en el que esos cargos tienen una carga más política que en otros ordenamientos jurídicos y son designados por los presidentes, demócratas o republicanos, y aprobados por el Senado.

Uno de los principales focos de resistencia a esa manera de gobernar ha estado en estos meses en esos tribunales federales. Tras la decisión del Supremo de este viernes, cuando uno de esos magistrados ordene la suspensión de la aplicación de una decisión ejecutiva, esta no implicará automáticamente dejar sin efecto la decisión ejecutiva en los 50 Estados.

Manifestantes en favor de la ciudadanía por nacimiento, el pasado 15 de mayo ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos.

Fue contundente la reacción al fallo de este viernes desde diferentes organizaciones en defensa de los derechos civiles, que hablaron del “caos” que este, a su juicio, provocará, y también desde el Partido Demócrata. El líder de la minoría en el Senado, Chuck Schumer, declaró que la sentencia supone “un terrorífico paso hacia el autoritarismo”.

El actual presidente no es el primero que ha puesto en duda ese sistema en Estados Unidos. A medida que ha ido creciendo el empleo del poder ejecutivo, desde los tiempos de George Bush, hijo, con él lo ha hecho también la capacidad de los jueces federales para contrarrestarlo, así como la frustración de las sucesivas Administraciones, incluidas las de Barack Obama y Joe Biden.

Trump aprobó el decreto que originó el caso para derogar la ciudadanía por nacimiento, que está garantizada por la Decimocuarta Enmienda de la Constitución, en su primer día en el Despacho Oval, pero tres jueces federales suspendieron la aplicación de la norma con efectos para todo el país.

Respaldo de las progresistas

En la vista oral del caso, las tres juezas progresistas respaldaron esas resoluciones, mientras que los miembros conservadores se mostraron partidarios de poner límites al poder de los magistrados para suspender normas a escala nacional. Algunos de ellos, sin embargo, sugirieron que en este caso lo veían justificado.

En su decreto, Trump no solo cambiaba las reglas para los hijos de inmigrantes indocumentados, también para los de madres que estén en el país legal, aunque temporalmente (como, por ejemplo, durante una visita o gracias a un visado de estudiante, de trabajo o de turista), y siempre el padre no sea ciudadano estadounidense o residente legal permanente.

Ese decreto va en contra de lo que ha sido durante más de un siglo la interpretación de la enmienda ratificada en 1868, que dice: “Todas las personas nacidas o naturalizadas en Estados Unidos, y sujetas a su jurisdicción, son ciudadanos de Estados Unidos y del Estado en el que residen”. Se aprobó para poner fin a la interpretación del Supremo que excluía de forma permanente a los descendientes de personas esclavizadas de la posibilidad de obtener la ciudadanía de Estados Unidos únicamente por motivos de raza.

En una sentencia histórica de 1898 sobre un inmigrante asiático, del caso Estados Unidos contra Wong Kim Ark, el Supremo interpretó de modo amplio la Decimocuarta Enmienda, garantizando la ciudadanía automática a prácticamente todos los niños nacidos en el país. Desde entonces, los hijos de inmigrantes nacidos en Estados Unidos han adquirido la nacionalidad independientemente del estatus legal de sus padres.

Lo que pretende Trump, como parte de su agenda anitiinmigrante y su retórica xenófoba, es cambiar esa excepción a futuro, no de modo retroactivo. El presidente sostiene que los inmigrantes sin papeles no están sujetos a la jurisdicción de Estados Unidos y, por tanto, no tienen derecho a la nacionalidad por nacimiento. Tradicionalmente, se ha interpretado que sí lo están y que los únicos excluidos son los hijos del personal diplomático o, en un supuesto hipotético, los descendientes de fuerzas de ocupación sobre suelo estadounidense.

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America

La Reserva Federal Mantiene Los Tipos Y Prevé Solo Recortar 0,5 Puntos Este Año Pese A Las Presiones De Trump

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Ni dos puntos, como pedía Donald Trump, ni uno, ni medio, ni un cuarto. Tal y como se esperaba, la Reserva Federal de Estados Unidos decidió este miércoles mantener los tipos de interés en el 4,25%-4,5% a pesar de las constantes presiones del presidente de Estados Unidos, poco respetuoso con la independencia del banco central. Además, los miembros de la Fed han actualizado sus proyecciones sobre la economía estadounidense y prevén menos crecimiento, más inflación y solo rebajar los tipos 0,5 puntos hasta fin de año, posiblemente en dos recortes de 0,25 puntos, aunque eso no lo detalla. El presidente, Jerome Powell, ha insistido en la incertidumbre generada por los aranceles (sobre todo en la inflación), en la solidez de la economía y en que la Reserva Federal está “bien posicionada para esperar” antes de mover el precio del dinero. Las declaraciones de Powell han enfriado los ánimos de Wall Street, que ve un poco más lejos los recortes de tipos.

Este mismo miércoles, en plena reunión de la Fed, Trump ha arremetido contra Powell. “Tenemos a una persona estúpida, francamente, un miembro de la Reserva Federal que probablemente no recortará los tipos”, dijo aprovechando los trabajos de instalación de dos nuevas banderas en la Casa Blanca. “No sé si es un político. No es una persona inteligente, pero le está costando una fortuna al país. Así que él se va en unos nueve meses, tiene que irse, afortunadamente será destituido”, añadió.

“¿Puedo nombrarme a mí mismo? Haría un trabajo mucho mejor que esta gente. En fin, deberíamos estar dos puntos por debajo. Estaría bien estar dos puntos y medio por debajo”, añadió Trump, con lo que recordaba una vez más al presidente populista venezolano Hugo Chávez, que también tuvo la tentación de inmiscuirse en las decisiones del banco central provocando un colapso en los mercados monetarios.

Powell, en la rueda de prensa posterior a la reunión, ha rehuido de nuevo entrar al trapo de las provocaciones de Trump, pero ha dejado muy claro que no se doblegará a sus presiones. “Para mí, es sencillo”, ha contestado a una pregunta sobre los insultos de la Casa Blanca, refiriéndose después a la buena situación de la economía estadounidense. “Eso es lo que cuenta. Es lo único que cuenta. No pienso en otra cosa”, ha señalado contundente.

El comunicado de la Fed señala que “la incertidumbre sobre las perspectivas económicas ha disminuido, pero sigue siendo elevada”. Insiste en que las decisiones futuras dependerán de la evolución de los datos. Los inversores creen que los tipos de interés se mantendrán en el nivel actual en la reunión del próximo 30 de julio, y las palabras de Powell hacen muy poco verosímil un recorte antes de septiembre, cuando haya más datos sobre el nivel final de los aranceles y sobre su impacto en los precios. El comité de mercado abierto ha decidido mantener los tipos por unanimidad.

Como en la última reunión de cada trimestre, la Fed publica su Resumen de Proyecciones Económicas, en el que los miembros dan sus previsiones sobre el crecimiento del producto interior bruto, la tasa de paro, la inflación y los tipos de interés oficiales a final de este año y de los próximos. En marzo, la última vez que publicaron sus pronósticos, antes del mal llamado Día de la Liberación, los miembros de la Fed ya se inclinaban por dos recortes de 0,25 puntos hasta fin de año, hasta el nivel del 3,75%-4,00%.

La nueva hoja de ruta refleja las dificultades a las que hace frente el banco central, cuyo doble mandato es procurar la estabilidad de precios y el pleno empleo. La política económica y comercial de Trump, especialmente con sus cambiantes aranceles, dificulta la consecución de ambos y, sobre todo, añade incertidumbre, porque ni siquiera se sabe en qué quedarán sus medidas. La Fed, en todo caso, parece menos preocupada por el empleo que por los precios: “La tasa de desempleo se mantiene baja y las condiciones del mercado laboral siguen siendo sólidas. La inflación se mantiene algo elevada”, sostiene Powell.

Los miembros de la Fed prevén este año menos crecimiento (el 1,4%), más paro (4,5%) y más inflación (3%) que hace tres meses. En esa hoja de ruta establecen también el tipo de interés que consideran apropiado. Se trata, obviamente, de una previsión cualificada, puesto que los que pronostican son los que tomarán la decisión de fijar el precio del dinero. Eso, sin embargo, no les compromete, y es frecuente que sus previsiones no se cumplan, al variar las condiciones económicas subyacentes. La Fed prevé ahora un recorte menos de tipos en 2026, de modo que el precio del dinero se situaría a final de ese año en el 3,5%-3,75%, 0,25 puntos por encima de lo que esperaba en marzo. Al año siguiente, bajarían otra vez hasta el 3,00%-3,25%.

Esperar y ver

La tesis de la Reserva Federal es que la política monetaria está situada en un punto que le permite darse el lujo de esperar y ver. Como ha explicado Powell en la rueda de prensa posterior a la reunión, la Fed aún no puede calibrar el impacto final de la guerra comercial, lo que refuerza su planteamiento. “Estamos viendo artículos que suben de precios, y en general todas las empresariales indican que las empresas esperan transmitir el aumento de costes en la cadena de valor, es decir, hasta el consumidor. Pero el impacto y la duración de este efecto es incierta, por eso creemos que tener más información” antes de mover los tipos de interés.

Hasta el momento, Powell ha sabido pilotar la economía estadounidense hacia un aterrizaje suave: reducir la inflación hasta cerca del objetivo de estabilidad de precios del 2% sin provocar pérdidas masivas de empleo ni una recesión en toda regla. Los aranceles son turbulencias en ese aterrizaje, está por ver, primero, cuál es el nivel último de estos aranceles, como ha insistido en varias ocasiones en su comparecencia, en qué medida llegan al consumidor y si sus efectos son puntuales o persistentes. “Estamos bien situados para esperar a saber más sobre el curso probable de la economía antes de considerar cualquier ajuste de nuestras políticas”, ha remarcado. La guerra entre Israel e Irán y el riesgo de escalada del conflicto complican más el panorama, pues ha encarecido el petróleo y eso se trasladará a los surtidores de gasolina y al índice de precios de consumo. “La incertidumbre alcanzó máximos en abril, pero sigue siendo alta”, indicó.

Trump, mientras, falta al respeto a Powell, al que ha llamado “imbécil” y “estúpido” y al que apoda “demasiado tarde”. Acostumbrado como está a saltarse las leyes, el republicano quiere que el presidente de la Fed ignore su mandato legal y baje los tipos de interés para abaratar la financiación de la deuda pública, que se disparó en el primer mandato de Trump y seguirá creciendo a fuerte ritmo en el segundo.

En realidad, una rebaja de los tipos a corto plazo no garantiza su traslación a los tipos de la deuda del Tesoro a largo plazo, que han aumentado por la desconfianza que genera Trump y no por la política monetaria de Powell. Si los inversores pierden la fe en que el banco central peleará por mantener a raya los precios, las rebajas de tipos podrían resultar contraproducentes.

Trump se queja de que tiene muchos vencimientos a corto plazo y dice que espera refinanciarlos por unos meses hasta que se vaya Powell y nombre a otro presidente de la Fed. Entre los potenciales candidatos está su secretario del Tesoro, Scott Bessent.

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