Un misil balístico ruso ha vuelto a dejar un reguero de muertos en Kiev, la capital de Ucrania. Al menos nueve personas han perdido la vida en la madrugada de este lunes y hay, además, 34 heridos, en un edificio destruido por un cohete del invasor. Otra persona ha muerto en otra localización de la ciudad. La masacre llega seis días después de que otro misil ruso golpeara otro edificio de viviendas en Kiev, causando la muerte de 28 personas.
Este mes de junio está siendo el más intenso en cuanto a bombardeos rusos de larga distancia sobre Ucrania: 4.246 drones bomba y 165 misiles balísticos y de crucero disparados contra el país invadido, según datos de las Fuerzas Aéreas de Ucrania. Esto es un 6% más de drones y un 46% más de misiles que en mayo, y todavía queda una semana para terminar el mes.
Más de 350 drones y 17 misiles han sido disparados contra Kiev entre la 1.00 y las 4.40 de la madrugada. El estruendo de las explosiones ha despertado a la mayoría de distritos de la capital. Rusia está produciendo a diario más de un centenar de Shahed de nueva generación, según la inteligencia ucrania, más difíciles de interceptar y con vuelos a mayor altura, que les permiten golpear con más facilidad el centro de la capital. Durante tres horas, el característico zumbido de su motor ha provocado el pánico en la población, que ahora acude con más frecuencia a los refugios antiaéreos.
A primera hora de la tarde del lunes, los servicios de emergencia seguían buscando entre los escombros a un menor de edad desaparecido. El edificio destruido recibió el impacto directo de un misil balístico. Se cree que el objetivo era una nave industrial sita a 250 metros, en la que EL PAÍS pudo comprobar la presencia de un gran número de militares.
En la zona del impacto se instalaron, como es habitual, tiendas de campaña para atender a los vecinos, mesas de la policía para registrar a las personas que han perdido su vivienda o han sufrido desperfectos, y puntos de atención de la Cruz Roja, de la agencia para los refugiados de las Naciones Unidas (Acnur) o de la ONG World Central Kitchen, del cocinero español José Andrés, que repartía comida.
El edificio en el que fallecieron la semana pasada 28 personas se encontraba a 150 metros de una zona industrial en la que, según aseguró el presidente ruso, Vladímir Putin, se fabricaba armamento. Las autoridades ucranias no comentaron esta información pero la visita de este diario aquel día al lugar de los hechos no identificó presencia militar. Ese ataque fue el segundo más letal contra Kiev en los tres años de guerra. En un bombardeo de julio de 2024 perecieron 33 personas y más de 120 resultaron heridas.
El ataque ruso de esta madrugada ha contado de nuevo con centenares de drones de largo alcance. Es el sexto día de junio con más de 300 de estos aparatos, algo nunca visto hasta este año. El 9 de junio se produjo el récord, también con Kiev como principal objetivo, con 479 drones.
El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ha recordado que los Shahed son de origen iraní, y ha tildado de buena noticia el bombardeo estadounidense del pasado sábado contra instalaciones nucleares de Teherán, porque la República Islámica, ha dicho, es miembro “de la coalición de asesinos”, en referencia a Rusia y a Corea del Norte, otro aliado de Moscú. Zelenski criticó indirectamente la semana pasada al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al asegurar que lo único que había cambiado en el Kremlin desde su llegada al poder es que Rusia bombardea con más intensidad.
Acuciado por la necesidad de armamento e infantería, el Kremlin ha abrazado a la dictadura de Corea del Norte como una de sus principales aliadas. El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, se ha reunido este sábado con el líder supremo norcoreano, Kim Jong Un, en una visita oficial a Pyongyang fijada con el objetivo de estrechar estos lazos. A cambio, el régimen surasiático ha logrado romper —a través de Rusia— el aislamiento internacional que conllevó su fabricación de armas de destrucción masiva.
“Respetamos las acciones de Corea del Norte y comprendemos las razones por las que implementa su programa nuclear”, ha manifestado Lavrov. “Los líderes de Corea del Norte llegaron a unas conclusiones oportunas mucho antes que los ataques de Israel y Estados Unidos contra Irán, y, precisamente, como estas conclusiones se tomaron a tiempo, nadie está considerando usar la fuerza contra Corea del Norte”.
Los líderes norcoreano y ruso firmaron un tratado de asociación estratégica en junio del año pasado. Un acuerdo similar al rubricado entre Moscú y Teherán en enero pasado y que se quedó en una mera declaración de intenciones cuando Israel desató sus ataques sobre el régimen de los ayatolás.
El tratado norcoreano-ruso incluye un compromiso de “defensa mutua” en caso de ser atacada una de las naciones firmantes. Este sábado, Lavrov lanzó una advertencia a Corea del Sur, Japón y Estados Unidos por reforzarse ante el régimen norcoreano.
El jefe de la diplomacia rusa ha defendido que el rearme nuclear norcoreano es legítimo y producto “de las actividades de sus científicos”. No obstante, el pacto rubricado por Vladímir Putin incluye el apoyo ruso al programa norcoreano de misiles balísticos y submarinos nucleares.
A diferencia de Pyongyang, el Kremlin empleó como uno de sus pretextos para la invasión de Ucrania su supuesta intención de conseguir la bomba nuclear. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, insistió días antes de la ofensiva rusa que su país no había iniciado ningún programa nuclear, pero lamentaba que, debido al Tratado de Budapest de 1994, Kiev se deshizo de sus armas nucleares soviéticas a cambio de garantías de seguridad que nunca la protegieron: ni en la anexión de Crimea de 2014, ni en la ofensiva total rusa de 2022.
Resort de lujo
Tras su reunión con la ministra de Exteriores norcoreana, Choi Son-hui, y con Kim Jong Un, Lavrov ha asegurado que el envío de miles de tropas al frente de Kursk partió de la propia Pyongyang. “No teníamos motivos para rechazar esta muestra sincera de solidaridad. Partimos del hecho de que la propia Corea del Norte determina cómo implementa nuestro acuerdo de asociación estratégica”, ha declarado el diplomático ruso.
El líder supremo norcoreano ha recibido al diplomático ruso en un yate anclado en el recién inaugurado resort de lujo Wonsan Kalma. El dictador surasiático inauguró el complejo el pasado 24 de junio, tras una década de obras. Según Pyongyang, sus hoteles tienen un aforo para más de 20.000 personas y pronto estará conectado por ferri con la región más oriental de Rusia. Lavrov mostró su deseo de que este destino se popularice en un futuro entre los turistas rusos, quienes tienen prácticamente cerrada parte de Asia, Europa y América debido a las sanciones aplicadas por la invasión de Ucrania.
La guerra de Ucrania se coló este lunes por la noche (hora de Washington) en la cena con la que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, agasajó en la Casa Blanca al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que acudió a Washington con una propuesta de alto el fuego encima de la mesa. Antes de empezar a comer, Trump afirmó, a las preguntas de los periodistas, que Estados Unidos está listo para enviar “más armas” a Ucrania, días después de que Washington anunciara que el Pentágono había suspendido algunos de esos envíos a Kiev.
“Tenemos que hacerlo”, declaró Trump sobre la posibilidad de reanudar el suministro de armas de Estados Unidos a Ucrania. “Tienen que poder defenderse. Están recibiendo un golpe muy duro ahora”.
El presidente estadounidense especificó después que la remesa en la que está pensando será “principalmente” de “armas defensivas”, porque, aclaró, “mucha gente está muriendo [en Ucrania] en este caos”.
La Administración de Trump justificó el parón de sus envíos al país atacado por Rusia diciendo que las reservas militares de Estados Unidos estaban más bajas de los deseado por el Pentágono.
El presidente, que llegó por segunda vez a La Casa Blanca prometiendo que acabaría con la guerra en su “primer día” en el Despacho Oval, se ha encontrado con un hueso duro de roer en Vladímir Putin, presidente ruso, a quien no ha logrado convencer de que se siente a negociar una paz seis meses después. Trump y Putin hablaron por teléfono el jueves durante una hora, y Trump declaró posteriormente que “no había logrado ningún progreso”. “No estoy nada contento con el presidente Putin”, insitió Trump a la prensa el lunes en la Casa Blanca.
También corrió a insistir en uno de sus argumentos favoritos, el de que “esto [la invasión rusa de Ucrania] es algo que nunca habría sucedido” de haber sido él presidente.
Informaciones contradictorias
El viernes pasado, el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, habló por teléfono con Trump, al que insistió en la necesidad de que Estados Unidos aporte recursos de defensa antiaérea para Ucrania. Ese día, Rusia llevó a cabo uno de los bombardeos más intensos sobre Kiev en los más de tres años que ya dura la guerra. “Hemos acordado que trabajaremos para incrementar la protección en el cielo. Hemos acordado que nuestros equipos se reunirán”, dijo Zelenski en sus redes sociales.
Este lunes, el diario The Wall StreetJournal informó de que en aquella llamada, Trump le dijo a Zelenski que había ordenado al Pentágono una revisión de las reservas de municiones estadounidenses poco después de atacar tres instalaciones nucleares iraníes, pero que no ordenó al Departamento de Defensa congelar las entregas de armas a Kiev. El Journal citó en su exclusiva fuentes anónimas al tanto del contenido de la conversación.
El Pentágono confirmó el martes pasado que había frenado en seco el suministro de armas que son clave para la defensa ucrania, alegando que Estados Unidos y otros aliados las necesitan más. Entre el armamento cuyo envío se cancelaron se encuentran docenas de misiles de defensa antiaérea Patriot, cruciales para resistir a los ataques de larga distancia rusos.
Los presidentes de Estados Unidos y de Rusia, Donald Trump y Vladímir Putin, han hablado este jueves por teléfono, en una conversación que ha durado alrededor de una hora, según ha señalado el Kremlin. Yuri Ushakov, asesor del Gobierno ruso, ha indicado que Putin le ha dejado claro a su homólogo estadounidense que están preparados para seguir negociando un “cese de las hostilidades” con Ucrania. Sin embargo, añade que Moscú sigue, mientras tanto, centrado en eliminar las “raíces de las causas” que originaron el conflicto y que “no están dispuestos a renunciar” a sus objetivos en el país invadido. Por el momento, el republicano no se ha pronunciado al respecto.
En este sentido, Ushakov ha añadido que los mandatarios no han hablado de la suspensión del envío de armamento crítico de EE UU para Kiev, que Trump llevó a cabo hace dos días, ni tampoco de un hipotético encuentro cara a cara entre ambos. Sí han acordado mantener el contacto y seguir las conversaciones.
La última vez que ambos líderes hablaron fue el pasado 14 de junio, coincidiendo con el 79 cumpleaños del mandatario estadounidense, que Trump celebró con un desfile militar en Washington.
El 4 de junio conversaron también por teléfono durante una hora y cuarto en una charla que Trump calificó como “buena”, pero que reconoció que no conduciría “a una paz inmediata”. “Abordamos el ataque contra los aviones de Rusia en tierra, por parte de Ucrania, y también otros ataques perpetrados por ambas partes”, indicó el presidente estadounidense en Truth.
Aquella conversación entre ambos era la segunda en dos semanas. Entonces, la llamada tenía como objetivo tratar de relanzar las conversaciones de paz entre Moscú y Kiev, apenas cuatro días después de que una posible cita en Estambul entre Putin y Volodímir Zelenski acabara en un fiasco: se reunieron únicamente delegaciones de nivel intermedio, Putin no viajó.
Esta semana Putin también conversó con su homólogo francés, Emmanuel Macron, por primera vez en casi tres años. La llamada, que duró dos horas y se organizó a iniciativa del jefe del Estado francés, puso fin al bloqueo y al silencio que mantenían los líderes europeos con el presidente ruso. La última conversación entre Macron y Putin fue, sentados a una mesa kilométrica que se hizo viral, en marzo de 2022, poco después del inicio de la invasión de Ucrania en febrero de ese año.
Kiev está en máxima tensión por el anuncio de la suspensión del envío de armamento estadounidense que había comprometido la Administración anterior, la de Joe Biden, que demostró una fidelidad inquebrantable con la defensa ucrania que la de Trump no está dispuesta a mantener en los mismos términos.
El Pentágono confirmó el martes que ha frenado el suministro de armas que son clave para la defensa ucrania, alegando que Estados Unidos y otros aliados las necesitan más. Entre el armamento cuyo envío se ha cancelado se encuentran docenas de misiles de defensa antiaérea Patriot, cruciales para resistir a los ataques de larga distancia rusos.